Una vez más una película multipremiada y alabada por la "crítica oficial" me ha decepcionado profundamente. Con lo único que estoy de acuerdo es con el título porque después de verla sentí ira por haber perdido una hora y media de vida para ver a unos actores mediocres en unos papeles aún más mediocres si cabe. Un guión que no aporta ningún misterio, ninguna sorpresa. Una historia mil veces repetida. En definitiva, un soberano aburrimiento. Empezando por el protagonista, Antonio de la Torre que nunca ha hecho una película que me haya gustado, con excepción de la memorable "La isla mínima", en la que curiosamente Raúl Arévalo, director de la "tarde" que nos ocupa, realizaba una buena interpretación. Lo que demuestra que ser buen actor no garantiza servir para otras funciones en el cine. El Sr. Arévalo nos hubiera hecho un favor a todos si se hubiera abstenido de cambiar la interpretación por la dirección.

De hecho, toda esta "tarde" me ha parecido un despropósito. Con una historia de fondo demasiadas veces llevada al cine y a la que nada han aportado ni el guionista ni el director. Una historia conocida y narrada de la peor manera posible: con lentitud soporífera y machaconería trastabillante. ¡Cuantos metros de celuloide desperdiciados! ¡Qué lejos quedan películas realmente desgarradoras como "El crimen de Cuenca", "El 7º día", "Los santos inocentes" o "El río que nos lleva". ¡Muestras inestimables del buen hacer de nuestros mejores realizadores y de nuestros mejores actores! En presencia de tanto cine digno esta "tarde" es un bodrio infumable y perfectamente prescindible.