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Terror. Ciencia ficción
Los cadáveres de una morgue inglesa próxima a una abadía de Manchester vuelven a la vida a causa de un experimento del gobierno que utiliza ultrasonidos para combatir la contaminación. Pero el experimento consigue también que los insectos de la zona enloquezcan y se devoren unos a otros. Al mismo tiempo, los muertos salen de sus tumbas con hambre y sed de venganza. (FILMAFFINITY)
12 de octubre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me gustan especialmente las películas de zombis, aunque le concedo a la figura del muerto viviente un inagotable poder metafórico y simbólico. Pues bien, dentro de las películas de este género, "No profanar el sueño de los muertos" me parece la mejor después de la genial "Night of de the living dead" de George Romero.
Los méritos de la película de Jorge Grau son de orden diverso --atmósfera, ambientación, fotografía, actores, cierta singularidad en el guion (dejemos aparte el aspecto de la crítica socio-ecologista, que también tiene su gracia)--, así como sus deméritos (citaré sólo uno: la truculencia asquerosa de algunas imágenes, que un director sabio habría sabido ahorrarnos), pero yo quiero resaltar algo que ayuda mucho al buen funcionamiento de este film y que generalmente se descuida en otros similares: el retrato fino de la pareja protagonista. En ese sentido son clave las primeras escenas: el incidente que va a ligar de manera inexorable a ese motorista anticuario y diríamos "progre" con una guapa y un tanto angustiada automovilista que viaja a una granja remota en ayuda de una hermana toxicómana. Esa introducción en clave realista hace verídicos, "normaliza", a ambos protagonistas, de forma que el espectador empatiza con ellos, y a partir de ahí todo lo que les va a suceder resulta asimilable. Una lección que debería saberse de memoria cualquier director que se ponga a hacer películas de terror (y que haya visto al menos una vez "Psicosis" de Hitch), pero que, por lo que se ve, pocos son los que la han aprendido, porque te meten de entrada y a palo seco las mayores monstruosidades, como si el arte de hacer cine fantástico y de terror consistiera, no en persuadir o "ilusionar" al espectador, sino en en golpear su sensibilidad de la forma más súbita posible.
Los méritos de la película de Jorge Grau son de orden diverso --atmósfera, ambientación, fotografía, actores, cierta singularidad en el guion (dejemos aparte el aspecto de la crítica socio-ecologista, que también tiene su gracia)--, así como sus deméritos (citaré sólo uno: la truculencia asquerosa de algunas imágenes, que un director sabio habría sabido ahorrarnos), pero yo quiero resaltar algo que ayuda mucho al buen funcionamiento de este film y que generalmente se descuida en otros similares: el retrato fino de la pareja protagonista. En ese sentido son clave las primeras escenas: el incidente que va a ligar de manera inexorable a ese motorista anticuario y diríamos "progre" con una guapa y un tanto angustiada automovilista que viaja a una granja remota en ayuda de una hermana toxicómana. Esa introducción en clave realista hace verídicos, "normaliza", a ambos protagonistas, de forma que el espectador empatiza con ellos, y a partir de ahí todo lo que les va a suceder resulta asimilable. Una lección que debería saberse de memoria cualquier director que se ponga a hacer películas de terror (y que haya visto al menos una vez "Psicosis" de Hitch), pero que, por lo que se ve, pocos son los que la han aprendido, porque te meten de entrada y a palo seco las mayores monstruosidades, como si el arte de hacer cine fantástico y de terror consistiera, no en persuadir o "ilusionar" al espectador, sino en en golpear su sensibilidad de la forma más súbita posible.