Esta película de 1982 pertenece a un género tan gastado que no puede verse actualmente si no es con perspectiva histórica. Y en ese sentido, para la época en que se hizo, merece ser considerada, porque es seria y, hasta cierto punto, original. Sobre todo, seria: los personajes tienen consistencia psicológica y perfecta verosimilitud. Es decir, es realista, creíble. Otra cosa es la historia en sí, una más de posesiones, en este caso no diabólicas, sino de no sabemos bien qué tipo. Hay una especie de incubo invisible que viola a la chica pero que también intenta destruirla y destruir su casa. Parece que el fenómeno de los "poltergeister" se puso de moda entonces. Hoy ese fenómeno resulta fastidiosísimo. Y el film acaba siéndolo, aunque no tanto porque no acabe de aclararse qué coño era el ente cuanto por la falta total de atmósfera, la grisura de la realización y la monotonía en el desarrollo de la historia, que nunca depara la menor sorpresa.