Todo empieza buscando fotografías de Marilyn Monroe, no sé porque cada vez que busco fotos de la señorita Norma Jane me encuentro en medio de un culebrón compuesto por nombres de estrellas femeninas que no tienen nada que ver las unas con las otras. En un día soleado encontré de esa forma a Audrey Hepburn.
Fue amor a primera vista. Como cuándo ves por primera vez una obra de arte de W. Turner y el corazón te da un vuelco que hasta te duele.
Justamente en ese momento decides que sí, como te temías eres una amante del cine y no paras hasta conseguir que tu novio (que pocas ganas tiene él de zamparse una película dónde una chica mona sale en la portada y más cuándo yo estoy tan ilusionada con el filme porque claro, normalmente las películas que yo elijo suelen ser dramones de llorar a mares y eso a él ni fu ni fa. Pero en fín al final le acaba por gustar que es lo que interesa.) la compré y la enchufe un anochecer a la televisión, se siente contigo y diga: mira, vamos a ver Desayuno [...].
La cosa va bien hasta que aparece el vecino oriental del cual mejor no hablar porque mira que me gusto la película, pero es que el japonés... no acabo de entender muy bien a que venía dicho hombre y aunque su interpretación es muy buena su papel es horrible.
Es una película sofisticada y me impresiono de principio a fin.
Se ve antigua, mucho más antigua de lo que mi novio imaginaba, pero es bonita. Una gran obra maestra.
La vi dos veces seguidas, con unas doce horas de diferencia y la volví a ver pasado un tiempo en las risosas clases de economía (ver mi critica de Confesiones de una compradora compulsiva).
Sin duda alguna es una gran, grandisíma película. Un clásico, con unos personajes sólidos, con Audrey Hepburn y con escenas que perdurarán en mi memoria muchos, muchos años.
Conseguí pasar una velada muy agradable viéndola y solo le criticaría - dejando a parte lo del vecino fotógrafo - la actuación de Peppard. A mi es que ese hombre no me cae bien, lo siento, no puedo ser objetiva, es que no. Y cuándo digo no es un no rotundo. No me cae bien, final de la frase. Su actuación es pésima y el beso entre él y Audrey el más frío de la historia del cine.
(y compadezco a la pobre Holly).

Me gusto tanto que conseguí leerme el libro original de Capote y una edición sorprendente para celebrar los 50 años del filme.
El libro original, aunque maravilloso no desbanco a la película como imaginaba. La narración de Capote es muy fría y hasta me gustaron más los cuentos que aparecen como complementos que el libro en sí.
Así que eso da un punto a favor de la película y le otorgo un 10 bien alto y claro, una de mis películas preferidas que hasta con el defecto de tener a George Peppard por actor consigue hacerme sentir, palpar cada escena y cada personaje como si de verdad estuvieran en la misma sala dónde yo descanso.