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España España · Pamplona
Voto de Asier Gil:
5
Comedia. Drama Dom Hemingway (Jude Law) es un hábil y arrogante ladrón de cajas fuertes, un tipo listo y algo perturbado que rebosa una exultante energía. Después de doce años en prisión, Dom vuelve a las calles de Londres dispuesto a cobrar lo que le deben por mantener la boca cerrada y no delatar a su jefe, Mr. Fontaine (Demián Bichir). Dom intenta además recuperar el contacto con su hija (Emilia Clarke), de la que se ha distanciado, pero pronto se ... [+]
25 de noviembre de 2019
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Puede amenazarte con arrancarte los intestinos porque le apetece saltar a la comba, pero al mismo tiempo sabes que pasará 12 años en prisión solo por no abrir la boca e inculparte. Él es así. Con una verborrea tan carismática que, al menor descuido, te ha convencido de que su miembro viril es tan omnipotente que sería capaz de acabar con el hambre de los niños de Somalia. Él es así. Arrogante, chulo, borracho, mujeriego, cocainómano y experto en abrir cajas fuertes... pero con principios. Y cargar con un código ético en un mundo de gánsteres es como echarse un solitario a la ruleta rusa. Sin embargo, él es así. Ustedes también lo piensan, ¿verdad? Un perdedor.
'Dom Hemingway' es la historia de un ladrón sin historia. Vio barrotes durante más de una década por estar calladito, y cuando salió se dio cuenta de su realidad: que ya era historia. Tras tres días de borrachera y desenfreno con los que saldar el tiempo perdido, se planta ante su jefe para reclamar lo que es suyo. Un dinero que sirva para arropar a un corazón que no estuvo en casa cuando el cáncer se llevó a su mujer y otro hombre hizo de padre con su hija. Y Dom Hemingway no es de esos tipos a los que les sale decir por favor.
Richard Shepard juega a ser Guy Ritchie sin tener en cuenta que hacen falta buenos cimientos para levantar un rascacielos. El guion de su película posee diálogos adornados con frases memorables, y las imágenes sobrecargadas encajan con el género de la comedia negra. Pero un edificio no es solo fachada, y una película no late igual si no hay un argumento que le insufle energía. Al impactante arranque del filme, con un fascinante monólogo sobre la masculinidad del protagonista enmarcado en un plano fijo de varios minutos, le sobrevienen escenas en las que el director estadounidense flirtea demasiado con el exceso. Ahí se acaba la naturalidad, y la película se convierte en artificial y reiterativa, borrando de paso la atracción que había sugerido en un principio.
Menos mal que Jude Law se tomó en serio su papel, porque la cinta se centra en exclusiva en el protagonista, sin subtramas con las que generar interés y compartir el peso del guion. La hora y media del metraje se emplea íntegramente en describir las cualidades nada ortodoxas y el vocabulario soez de Dom Hemingway. El actor británico engordó 13 kilos para meterse en la piel de este ladrón malhumorado pero con corazón, y destaca en un rol que le permite salirse de los corsés de los galanes perfumados para ensuciarse las manos con sangre y barro, mostrando su capacidad de ganarse a la cámara cuando no hay chica a la que enamorar.
La virtud del largometraje, presentar a un personaje tan grotesco con el que diferenciarse de la multitud de carismáticos ladrones que ha pasado por las pantallas, supone al final su réquiem. Cuando el espectador -a pesar de soltar carcajadas ante el histrionismo de ciertos diálogos- observa que todo es artificial y busca en la historia algo que logre mantener su interés, se da cuenta de que no hay nada detrás. Sin acierto narrativo y con el atractivo de solo algunas secuencias audaces en su realización, 'Dom Hemingway' se queda como lo que es su protagonista, un tipo rudo y sugestivo en su apariencia, pero con un interior que lo pierde en un mundo peligroso.

Diario de Navarra / La séptima mirada
Asier Gil
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