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Voto de Luis Ángel Lobato:
9
Western Un pistolero llamado Cole Thornton (John Wayne) acude a El Dorado por encargo de poderoso terrateniente, Bart Jason. El cacique le ofrece un trabajo: expulsar de unas tierras próximas a una familia de granjeros, los McDonald. Thornton acaba rechazando el encargo a instancias de Jean Paul Harrah (Robert Mitchum), el sheriff de El Dorado y viejo amigo de Cole. Tiempo después, Thornton se entera de que otro pistolero ha aceptado el trabajo ... [+]
18 de agosto de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Dorado es un western de tonos clásicos, rodado en una época, segunda mitad de los años 60 del siglo XX, donde se estilaban sus formas violentas, desmitificadoras y crepusculares. Es, por lo tanto, un western de resistencia ante el avance de estos nuevos estilos que, en pocos años, casi terminarán por enterrar tan popular género.
Es El Dorado una película más de personajes que de argumento, donde Hawks muestra un interés creciente por el estudio de los caracteres en detrimento del resalte de una intriga.
En El Dorado, estos personajes están marcados por el esplendor de un pasado ya irrecuperable. Son unos inadaptados a los nuevos tiempos, donde las praderas son sustituidas por las ciudades y por la civilización, y las aventuras, por la ley que se va apoderando de esos núcleos urbanos.
Ante este choque emocional, sólo les queda la huida hacia el recuerdo para poder recuperar ese paraíso perdido: la juventud. Al no lograr recobrar aquellos tiempos, llega el desencanto y se convierten en inadaptados, en perdedores.
Pero, por supuesto, les queda una ley sagrada, que es a su vez el tema de esta película: la amistad.
Por amistad se mueven y luchan nuestros personajes para llegar a reencontrar la profesionalidad que, a pesar de todo, nunca han perdido: un pistolero reconvertido en ayudante del sheriff, un sheriff curado de su alcoholismo, un joven que va aprendiendo las lecciones en el manejo de las armas y un viejo achacoso que maneja el arco y las flechas mejor que un apeche, se enfrentan y vencen a una partida de asesinos y caciques que raptan y tirotean a una familia de honrados ganaderos.
Al final, magullados pero victoriosos, los personajes interpretados por J. Wayne y R. Mitchum, insinúan que ya es tiempo de establecerse en la tranquilidad de la emergente situación urbana, porque los viejos tiempos han desaparecido para siempre. Estos dos hombres han siendo absorbidos a la fuerza por una ciudadanía que ha olvidado lo que significa la palabra frontera y que ha sustituido los ríos y los bosques por los bancos y los salones sociales.
Es El Dorado, pues, un western casi urbano, bastante claustrofóbico, pero con una memorable y elegiaca secuencia de espacios abiertos. En ella, el personaje de joven inexperto que interpreta James Can, recita un maravilloso poema del extraordinario poeta y narrador estadounidense Edgar Allan Poe cargado de nostalgia, donde se nos habla de un lugar mítico, llamado El Dorado, que es el sitio donde se realizan los sueños de los hombres. De esta manera, ese lugar mítico, se asimila con el pueblo de El Dorado que da título a la película, el territorio donde nuestros protagonistas quieren recuperar también un sueño: la juventud perdida.


Siempre se habló de que El Dorado era una nueva versión de Río Bravo. Pero creo que esto no es así. Más que una nueva versión, aunque es verdad que se repiten situaciones y personajes, al igual que, más tarde, en Río Lobo, El Dorado es como una conclusión de las andanzas de los personajes de Río Bravo. Una conclusión opaca y desoladora. Si en Río Bravo los personajes eran todavía jóvenes y se intuía el sentido de la frontera, aquí, como ya he señalado, han envejecido y son cautivos de las nuevas normas de una sociedad burguesa que los va engullendo, para siempre.
Luis Ángel Lobato
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