Aunque sea difícil de creer, los tres protagonistas quieren dejar su empleo en estos tiempos de crisis que corren. Sin embargo, no es tan complicado de entender viendo los jefes que tienen y que deben soportar día tras día, aunque haya que decir también que alguno sea más peligroso que otro...

Cómo acabar con tu jefe deambula en la delgada línea que limita la parodia y la comedia descerebrada con la crítica inteligente, todo ello aderezado con gotas de humor bestia que, sin pasarse, le quitan hierro al asunto. La cinta se sostiene en ese equilibrio y en un elenco que, pese a ser (necesariamente) demasiado coral, sabe dónde están los límites de sus personajes y lo que el director busca de ellos.

Y esto es importante porque los jefes, que por caché y prestigio podrían haber acaparado gran parte de los planos, se echan a un lado para que los verdaderos protagonistas sean los subordinados que en su afán de conseguir su objetivo, contratan los servicios de un Jamie Foxx perfecto para y en el papel, a pesar de lo poco que aparece.

Finalmente, la película funciona más por algunas secuencias hilarantes por separado como el asalto a la casa de Colin Farrel o cualquiera de las que se desarrolla en la clínica dental que por su conjunto, pero sin duda esto no es un hándicap para divertirse y soltar muchas carcajadas al que este tipo de humor (muy) subido de tono le guste y no se sienta ofendido al escuchar frases con comentarios sexuales, racistas y ofensivos en toda regla.