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España España · Madrid
Voto de Moody:
6
Comedia A pesar de tenerlo todo, J. (Sbaraglia) está bajo los efectos de una gran depresión. En cambio, E. (Fernández), que no posee más que un gato, vive apaciblemente a pesar de haber tenido que volver a casa de su madre. S. (Cámara) intenta volver con su mujer (Segura) dos años después de su ruptura. G. (Darín) recurre a los ansiolíticos para intentar comprender por qué su mujer tiene una aventura. P. (Noriega) pretende seducir a una ... [+]
8 de julio de 2013
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Es complicado escribir un guión que tiene que ser interpretado cara a cara, que depende en tanta medida de la inspiración de los actores, capaces de dar lo mejor de sí mismos, pero capaces también de no dar pié con bola. Demasiados factores para intuir que el proyecto tendrá éxito.

Sin embargo, cuando ese guión está tan bien escrito como lo está el que desarrolla "Una pistola en cada mano", todo resulta más fácil. Es un libreto natural, que tiene frases que cualquiera diría por la calle, con sus amigos, tal y como hacen los personajes de la película. Esa frescura y facilidad de palabra construye unos personajes nada impostados, que derrochan comportmientos nomales, tan en falta en el cine actual con frases milimetricamente analizadas que tienen un impacto inicial, pero que carecen del poso que tiene los Cesc Gay. Es posible que en el primer momento no diga mucho, pero tiene mucho peso específico.

Naturalmente no es un guión perfecto, y tira demasiadas veces de tópicos masculinos que en la vida real a veces se cumplen, pero que metidos en una película resultan estereotipos que el espectador nota que sobran. En su afán por cubrir todas las posibilidades, Gay redunda en algunas situaciones que resultan ser clichés. Cualquier persona se podrá ver reflejada en alguna de las situaciones, pero otras están construidas por y para la película.

En un reparto coral, la responsabilidad recae sobre el gruo y no hay estrella que pueda echarse la película a la espalda y tirar montaña arriba. Gay reúne un reparto con mucha estabilidad, y como ninguno destaca en exceso, todos se benefician del trabajo bien hecho. Lógicamente unos (Darín, Fernandez) destacan más que otros (la historia de Noriega y peña es de largo la peor interpretada), pero se trata más de la personalidad propia del actor que de los personajes.

Gran ejercicio de autor, en el que todo comienza con dos conocidos refugiándose de la lluvia, y sincerándose con el otro porque lo necesitan, no porque quieran. Muy buena piedra de toque para seguir creciendo y poner de manifiesto las inseguridades y crisis del género masculino, el supuesto sexo fuerte.
Moody
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