Una auténtica locura. Así podemos traducir estas (casi) 2 horas de largometraje. Personajes que entran, personajes que salen, personajes que meten, personajes que sacan,... eso: una locura padre.
Y es que ya el príncipio hace presagiar lo caótico que va a resultar el film, porque no se puede explicar de otra manera. La casa de los Brewster es en realidad el manicomio de Brooklyn, y no ese lugar en el que quieren encerrar al pobre señor Presidente.
He de confesar que es la primera película de Cary Grant que veo... y a mi parecer lo veo un pelín exagerado. Quizás sea la gracia del personaje, pero me parece que yo no conseguí cogerla. Pero es que como fijarse en él, teniendo semejante algarabía alrededor. Si es que con la familia de locos que reside en esa casa (que bien lo hacen) cómo va uno a concentrarse en el estrambótico Cary Grant. En realidad éste es el personaje que menos me ha gustado de toda la película... que se le va a hacer.
De resto, pues es una historia bastante cómica, que consigue sacar alguna carcajada. Curiosamente la mayor carcajada la he soltado al final: "Y yo no soy un taxista, soy una cafetera..." Entre eso y el doble de Boris Karloff, creo que tuve suficiente.

Es una lástima que no superara las espectativas que tenía sobre ella.