John May lleva 22 años en un ayuntamiento londinense y le comunican su despido. Su cometido consistía en encontrar familiares de fallecidos en soledad y realiza su trabajo con gran amor y denuedo, al extremo de organizarles funeral cristiano como si fuera el de un familiar, redactar el panegírico de ceremonias donde es el único asistente, atesorar pequeñas pertenencias de los fallecidos en su dependencia, remirar un álbum con las fotos de sus casos como si fuera el álbum familiar y resolver el último de sus casos con el despido ya firmado.

Importantísimo y originalísimo guión que suscita reflexiones sobre la soledad de la vida moderna y sus causas, la desestructuración familiar como fuente de infelicidad, el culto a los antepasados y la dignidad del cuerpo pero principalmente estamos ante una película sobre el amor al prójimo y el amor por el trabajo bien hecho como forma de amor por el prójimo.

La interpretación del actor Eddie Marsan es tan magistral que hace creíble un personaje tan increíble como insólito en el cine.