“Vicky Cristina Barcelona” es un ensayo sobre amor, el deseo y las relaciones personales en general, casi nada. El hecho de que quien esté detrás de este pretencioso puzzle sea Woody Allen hace que nos asalten las buenas vibraciones, ya que el director-guionista americano nos tiene acostumbrados a regalarnos fantásticas películas que acaban convirtiéndose en auténticos documentales sobre estos conceptos.

Y aquí yace el principal problema de la cinta: lo que nos están contando en pantalla ya lo hemos visto en multitud de ocasiones con muchísima más calidad. Sin irnos más lejos, desplazándonos a la cercana Madrid, ahí tenemos a David Serrano guionizando sus camas (ya sea el otro lado o los dos lados) y escribiendo-dirigiendo sus “Días de Fútbol”, filmes que tratan lo mismo que “Vicky…” (el amor visto desde distintos puntos de vista y desde distintas situaciones: parejas casadas, intercambio de parejas, tríos…), pero con una diferencia fundamental: un espléndido ritmo al servicio de divertidos guiones.

“Vicky Cristina Barcelona” es aburrida, es repetitiva y es pretenciosa. No sólo no nos cuenta nada nuevo sino que encima nos lo cuenta muy mal, sin ganas, y tiene el mismo halo de “película artística” tan vacío como el mundillo bohemio donde se mueven sus protagonistas.

Totalmente prescindible.