Y enésima es la ocasión en que me adentro en las turbias aguas del tan malogrado (casi diríase que compite con la decadente decrepitud del Sr. Bruce Willis) sub-género de terror tiburonero.

Ay, pues con The Recuén, las cosas no cambian mucho. Es mejor que tu típica película de The Asylum, pero es un mayor fracaso porque se aprecia una risible aspiración de calidad con una historia de traumas matrimoniales que roza la cansinidad extrema. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de la película es un insistente muestrario de muecas, quejas, carunas, jadeos, chillidos y un ponzoñoso etcétera que lo único que produce es nerviosismo, pero no por sus vidas, sino por la nuestra. Y, es que, amable lector, no hay mucha novedad en este producto. Es básicamente Open Water pero sin su gracia. Ah, y que no cunda el pánico, los efectos especiales conservan el esperado estado de gracia.

¿Se nota que estoy escribiendo la crítica sin ganas? Es que, ¿ACASO IMPORTA? Escribo para expulsar demonios con niebla en mi mente, nada más. ¿Qué es Sharkwater? Pues una mierda, como mi crítica.

Que no se diga al menos que no hay un travieso sentido de la coherencia con todo esto. ¿A que suena pretencioso? Pues si buscáis más, sed raudos, ved ya The Recuán.