Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Quatermain80:
8
Cine negro. Thriller Stiles (Richard Widmark) es un jefe mafioso en alza que lucha por imponerse en el submundo criminal. Los archivos del FBI rebosan de historias sangrientas, pero hay un caso concreto que tiene desconcertado al inspector Briggs (Lloyd Nolan). Se trata de dos asesinatos: un ama de casa y el guardia de seguridad de un banco, abatidos ambos por la misma arma, pero sin que exista ninguna otra conexión entre ellos. Decidido a llegar hasta el ... [+]
27 de enero de 2013
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente muestra de la tendencia documental que impregnó algunos títulos policiacos o negros a finales de la década de los 40, "La calle sin nombre" me parece también el mejor trabajo de Keighley dentro del género, superior a "Muero cada amanecer" y a la más conocida "G-Men".

En este filme el afán documental se mezcla con el también habitual elogio de las fuerzas del orden -en este caso el FBI-, que se plasma a través de una minuciosa descripción de los procedimientos investigadores e incluso del entrenamiento de sus agentes, en la que la voz en off tiene una importante presencia. Hasta aquí, poca diferencia respecto a modelos anteriores o coetáneos, como "La casa de la calle 92" o "Call Northside 777" ("Yo creo en ti"), ambas de Hathaway, y que junto con algunas tentativas más logradas, como "La ciudad desnuda" (Dassin) o "T- Men" ("La brigada suicida", de Mann), asientan los principales rasgos de estas películas de aire naturalista. Afortunadamente, en esta ocasión el filme incorpora algunos aspectos que trascienden la mera plasmación cinematográfica del entorno urbano y de la actuación policial, acercando el argumento a las coordenadas más clásicas del cine negro, en el que siempre late cierta crítica social y existen personajes arquetípicos.

La crítica social viene aquí ligeramente sugerida por la alusión a la corrupción de un importante miembro de las fuerzas del orden, matiz relevante, pues contribuye a aligerar la tendencia moralizante y a veces casi autoritaria en la que frecuentemente caen estas películas, resintiéndose en tales casos el desarrollo dramático. Hay dos personajes arquetípicos en la película. De un lado el agente infiltrado, personaje siempre valiente y heróico pero, a veces por eso mismo, también un tanto plano, cuando no soso. Sin embargo, el otro personaje arquetípico, el malo, en este caso dibujado como un personaje carente de escrúpulos y maniático (obsesionado por los gérmenes y las corrientes de aire, siempre con el inhalador a mano), resulta enormemente atractivo, elevando notablemente la película, que sin él quedaría huérfana de auténticos personajes.

Excelentemente realizada, con una fotografía en la que los acusados contrastes del claroscuro y la iluminación lateral proporcionan imágenes muy bellas, la película, tras un primer cuarto de hora un tanto premioso a causa de la voz en off y su constante encomio del FBI y sus métodos, salta a la calle, y es entonces cuando los aciertos estéticos de este subgénero documental cobran sentido; los paseos nocturnos del infiltrado por el centro de la ciudad y la perfecta ambientación de los mismos -con una elección de localizaciones realmente acertada- bien apoyada por una adecuada pléyade de secundarios característicos, tienen la virtud de "zambullirnos" en la historia. Otra secuencia meritoria es la que nos muestra al malvado Alec averiguando que alguien ha estado en su guarida bajo el gimnasio gracias a su finísimo olfato.

El guión resulta correcto, al igual que las interpretaciones, si bien ambos aspectos alcanzan otra dimensión cuando los estudiamos desde el punto de vista de Alec Stiles; el trabajo de Widmark es apabullante, y como bien han apuntado otros usuarios su creación entronca con la del personaje de "El beso de la muerte" (Hathaway), si bien aquí el personaje de malvado casi demoníaco presenta una mayor evolución, mostrándolo bajo el signo de la esquizofrenia, por lo que oscila entre momentos de frialdad y de ira (con una misoginia evidente y cierta ambigüedad sexual), todo ello adornado por multitud de pequeñas manías, que lo hacen enormemente atractivo (su sola aparición, en el gimnasio, ya causa impacto).

Por todo ello, una película muy recomendable que disfrutará todo buen aficionado, y cuya influencia en obras posteriores es notable; aparte del remake de Samuel Fuller ("La Casa de Bambú"), algunas secuencias serán retomadas en obras posteriores, como el tramo final, ambientado en un entorno industrial, que encontraremos también en "White Heat" ("Al rojo vivo" de Walsh), o una escena en la que Stiles se enfada con uno de sus compinches, que ha regalado un costoso abrigo de piel a su novia, y que muchos años después parece haber inspirado a Scorsese para una secuencia de "Goodfellas" ("Uno de los nuestros").
Quatermain80
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow