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Voto de Quatermain80:
8
Musical. Drama Francia, Siglo XVII. Narra la historia del maestro de viola más importante de todos los tiempos y su relación con un alumno en la corte de Luis XIV de Francia. (FILMAFFINITY)
3 de abril de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico ejemplo de hasta qué punto puede servir el cine como espacio único de encuentro entre las artes, esta película va mucho más allá del relato del que se sirve y del contexto histórico en que se enmarca.

Construida a partir de escasos diálogos, una reflexiva y evocadora voz en off -pues toda la historia no es sino una rememoración del pasado- y los pensamientos de sus principales protagonistas, la película trata de capturar la esencia de la experiencia artística durante el barroco francés, contraponiendo con tal fin las divergentes actitudes de dos músicos, que encarnan a su vez las dos caras de la época; así, por un lado encontramos al artista ascético, misántropo, que crea a partir de si mismo y para si mismo (Sainte Colombe), y por el otro al artista de éxito, que busca el reconocimiento y la popularidad (Marais). Más allá de esto, lo que hace verdaderamente valioso el filme es que esa contraposición, y las reflexiones a las que da lugar, son perfectamente universales, aplicables a cualquier otra época, manifestación artística o personas. También hoy podrían plantearse las mismas cuestiones que inquietan a los personajes de la película, y qué mejor medio que el cine para ejemplificarlo, toda vez que en esta moderna manifestación artística ése es un debate ya tradicional, aunque no necesariamente resuelto (tal vez porque no es necesario hallarle solución).

Pero es que además la realización de la película se erige en un verdadero diálogo entre las artes; la literatura, que se manifiesta en los poéticos pensamientos de los personajes, y en el hecho no menor de ser el filme una adaptación; la música, cómo no, que es el medio del que se sirve para reflexionar sobre la experiencia artística, y que cuenta aquí con el saber hacer de Jordi Savall; y la pintura, pues la composición de los planos y la fotografía evocan a los grandes pintores del barroco, especialmente a Georges De La Tour, al que creo reconocer en todos los planos tenebristas rodados en interiores a la escasa luz de las velas. Otro momento puramente pictórico es el del bodegón, y la secuencia rodada en la casa del pintor, una auténtica sucesión de cuadros (o planos fijos). Nada que objetar al perfecto vestuario y a la no menos meritoria dirección artística, y de los intérpretes cabe valorar que su trabajo se basa sobre todo en los gestos y en la emoción que expresan sus rostros, sobre todo en la secuencia en que los dos músicos tocan juntos, verdaderamente hermosa.

Pero tal vez lo más relevante de todo es concluir que sólo el cine puede reportarnos una experiencia así, una "Summa artis" tan gratificante, y eso dice mucho en favor de esta manifestación artística que nos ocupa -al menos ése es mi caso- todas las tardes del mundo.
Quatermain80
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