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Voto de Clavito:
9
7,0
56.670
Thriller. Drama. Comedia
Hollywood, años 60. La estrella de un western televisivo, Rick Dalton (DiCaprio), intenta amoldarse a los cambios del medio al mismo tiempo que su doble (Pitt). La vida de Dalton está ligada completamente a Hollywood, y es vecino de la joven y prometedora actriz y modelo Sharon Tate (Robbie) que acaba de casarse con el prestigioso director Roman Polanski. (FILMAFFINITY)
24 de agosto de 2019
20 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salí del cine diciendo: "He disfrutado, me ha gustado lo que mis ojos han visto y lo que mis oídos han escuchado, vaya maravilla audiovisual. Pero seguía sin entender muy bien que había visto." Comprendí, tras procesar la peli y de darle vueltas a la cabeza, que al entrar al cine y sentarme en la butaca, estaba esperando ver una película que me contase un cuento, que tuviera una presentación, un intrigante nudo y una resolución a lo Quentin Tarantino. Estaba esperando un filme con unos personajes a los que tachar como villano y como héroe. Buscaba una trama que no iba a encontrar. Y como ya he dicho, al terminar la peli lo único que sentía era una mezcla de goce y confusión. No entendí la trama y no sabía porque a pesar de eso, había disfrutado tanto la peli. (He de aclarar que me gusta ir al cine y descubrir allí la peli al completo, no me gusta saber nada de la trama antes de ver una peli, no me informo en absoluto y evito los trailers a toda costa.)
Simplemente, Quentin, no intenta contarnos un cuento, quiere enseñarnoslo. Que veamos lo que hay detrás de la ficción, que sintamos el día a día. Nos enseña, dentro del cuento, la cena que se pegan caperucita y su abuela después de matar al lobo, o el esfuerzo de su madre para tejer su preciosa caperuza. Y a la vez nos muestra, en la realidad, el matadero dónde vivían los tres cerditos, la crueldad de que a pesar de no haber lobo, al final mueren dolorosamente. Fuera de analogías, nos enseña un Hollywood en los años 60, en la época dónde el cine que conocemos hoy en día se aleja de sus raíces del lejano oeste. Nos enseña una época, la transición, y un lugar, Hollywood, desde los ojos de un niño recién llegado que se empapa con todo lo que ve, que observa minuciosamente el ambiente con el que sin duda sabe que quiere crecer. Once Upon a Time es como Tarantino creció queriendo ser parte del cine. En mi caso, si yo hubiese hecho una peli con esas intenciones, no pondría hippies haciendo autostop, mostraría a grupos de skaters en plazas y fuentes destrozando tanto sus skates como sus huesos, cambiaría el tabaco por los tazos que venian en las bolsas de patatas, y en vez de haber usado el género western, mis referencias estarían llenas tanto de series como Dragon ball o Digimon, y de películas, tanto de Diseny (El Rey León, Toy Story, etc.) como de la cultura pop que mis padres, afortunadamente, decidieron ponerme (Goonies, Gremlins, etc.). La transición hubiera sido de la peseta al euro, y posiblemente hubiera escogido el atentado del 11S como colofón de la historia, aunque como él, con un final alternativo apropiado a la imaginación infantil dónde el mal no puede vencer, para demostrar así que la peli no es un documental, sino la historia de cómo yo viví y veía mi infancia.
Y la genialidad de este hombre no ha sido el tema de su película, sino el conjunto de lo que quería contar con la impresionante forma de enseñarlo. Narra la historia de un aclamado actor de cine del oeste que vive el cambio de la industria, dónde ese género no tiene cabida, y se encuentra con el cine moderno.
(Fuera de la crítica de la película, me gustaría opinar que a priori me parece una mezcla entre los Odiosos Ochos, lógicamente respecto a la temática del oeste y también por el montaje en sí de la peli, la lentitud de los hechos, ejercida por las lentas transiciones y largos planos, totalmente argumentada, todo tiene su momento y para llegar al resultado hay que apreciar todos los detalles, y los orígenes de estos, que concluyen en dicho resultado, y de Malditos Bastardos, por el detallismo y por la invención de una historia basada en hechos reales.)
Simplemente, Quentin, no intenta contarnos un cuento, quiere enseñarnoslo. Que veamos lo que hay detrás de la ficción, que sintamos el día a día. Nos enseña, dentro del cuento, la cena que se pegan caperucita y su abuela después de matar al lobo, o el esfuerzo de su madre para tejer su preciosa caperuza. Y a la vez nos muestra, en la realidad, el matadero dónde vivían los tres cerditos, la crueldad de que a pesar de no haber lobo, al final mueren dolorosamente. Fuera de analogías, nos enseña un Hollywood en los años 60, en la época dónde el cine que conocemos hoy en día se aleja de sus raíces del lejano oeste. Nos enseña una época, la transición, y un lugar, Hollywood, desde los ojos de un niño recién llegado que se empapa con todo lo que ve, que observa minuciosamente el ambiente con el que sin duda sabe que quiere crecer. Once Upon a Time es como Tarantino creció queriendo ser parte del cine. En mi caso, si yo hubiese hecho una peli con esas intenciones, no pondría hippies haciendo autostop, mostraría a grupos de skaters en plazas y fuentes destrozando tanto sus skates como sus huesos, cambiaría el tabaco por los tazos que venian en las bolsas de patatas, y en vez de haber usado el género western, mis referencias estarían llenas tanto de series como Dragon ball o Digimon, y de películas, tanto de Diseny (El Rey León, Toy Story, etc.) como de la cultura pop que mis padres, afortunadamente, decidieron ponerme (Goonies, Gremlins, etc.). La transición hubiera sido de la peseta al euro, y posiblemente hubiera escogido el atentado del 11S como colofón de la historia, aunque como él, con un final alternativo apropiado a la imaginación infantil dónde el mal no puede vencer, para demostrar así que la peli no es un documental, sino la historia de cómo yo viví y veía mi infancia.
Y la genialidad de este hombre no ha sido el tema de su película, sino el conjunto de lo que quería contar con la impresionante forma de enseñarlo. Narra la historia de un aclamado actor de cine del oeste que vive el cambio de la industria, dónde ese género no tiene cabida, y se encuentra con el cine moderno.
(Fuera de la crítica de la película, me gustaría opinar que a priori me parece una mezcla entre los Odiosos Ochos, lógicamente respecto a la temática del oeste y también por el montaje en sí de la peli, la lentitud de los hechos, ejercida por las lentas transiciones y largos planos, totalmente argumentada, todo tiene su momento y para llegar al resultado hay que apreciar todos los detalles, y los orígenes de estos, que concluyen en dicho resultado, y de Malditos Bastardos, por el detallismo y por la invención de una historia basada en hechos reales.)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Hasta este punto se entiende, ejemplifica la transición de Hollywood con nuestro protagonista Rick Dalton (Leonardo Dicaprio) que la vive en persona, usándolo así como alegoría del cambio. Pero más allá de eso, utiliza la propia construcción de la película como analogía para ese mismo cambio. Usa la base de un Western pero con el rodaje y audiovisual del cine moderno, y se aprovecha para ello de las actuaciones y de los escenarios que usa Dalton para sus trabajos. Es inevitable sentir la presencia de un sheriff con Cliff Booth (Brad Pitt), y asemejar a Charles Manson y su “familia” como los bandidos de esta historia, mas no es la trama principal, ni ejercen esos papeles muchos minutos en la pantalla, simplemente son la analogía del cine que empezaba a decaer. Ha hecho un Western sin sherif ni bandido como protagonistas, sin caballos ni tiroteos como base de la acción, y le ha metido una historia moderna, usando principalmente a Sharon Tate (Margot Robbie) junto su marido Roman Polanski y a sus amigos, como la analogía del nuevo cine que empezaba a crecer. El cine del Oeste como la caja de las palomitas vacía, y esos trozos de maíz frito como el cine moderno, todo en uno. Una pura transición, la que nos cuenta con la historia, y la que nos enseña con la película. El antes y el después en uno solo.
En este punto, como resumen de lo anterior, podemos decir que:
A lo que la trama concierne tenemos a Dalton como la transición entre el cine del Oeste, representado por Cliff, el doble de acción de Dalton, y el cine moderno, representado por Tate. Junto a estos, se representa dicha transición con el propio montaje de la película, como ya he comentado. Al final de la película el narrador nos cuenta que Dalton y Cliff deciden dividir sus vidas, de forma metafórica la transición se lleva a cabo, Rick, alegoría de la transición, se va a separar de Booth, alegoría del lejano Oeste. Una vez terminado el punto final de la peli, Cliff (el sheriff) queda herido tras vencer a los hippies (los bandidos) y debe ir al hospital. Se va la ambulancia y viene la última escena, Dalton es invitado a entrar a la casa de Sharon tate y la conoce por fín. El cine Western se va mal herido mientras que el moderno impone su presencia en la transición, se lleva a cabo de forma literal.
Y respecto a la película en sí, la imagen, los planos y los movimientos de cámara, lo que se ve de la ciudad, lo que se escucha, tanto el ruido de fondo que generan los coches con la radio a todo volumen, como la magnífica banda sonora escogida por el director, el vestuario, la escenografía y la caracterización de todos los personajes, es una detallada y específica forma de transmitir al espectador como Quentin se empapó con todo lo que vio, y que observó minuciosamente de Hollywood, al llegar de niño. Es la forma en la que Tarantino nos muestra su versión de esa ciudad en esa época. Once Upon a Time es el cuento de cómo ese niño vivió ese momento, y no hay mejor escena que la del final para ejemplificarlo. Durante toda la peli, Tarantino usa como personajes principales a un par de individuos ficticios, los protagonistas de su cuento, semejantes a los protas de las pelis del Oeste que está acostumbrado a ver por casa, y que finalmente cambian la historia que nosotros conocemos luchando y matando a los villanos (al modo más puro de Quentin Tarantino), convirtiéndose en los héroes que salvan a Tate y a sus amigos de una muerte que en la vida real no pudieron evitar. En la imaginación de un niño, el bien siempre vence al mal.
No por la trama, ya que muchísimos detalles nos lo he podido captar y apreciar por mi falta de sabiduría en el género del cine Western como por mi ignorancia hacia productores y personajes importantes de la época, pero sí por hacer una película muy pensada y minuciosa, con detalles conectados entre sí todo el rato y por su doble analogía, tanto en la historia como en la producción de la peli, esta se posiciona en mi top 4 de Tarantino.
En este punto, como resumen de lo anterior, podemos decir que:
A lo que la trama concierne tenemos a Dalton como la transición entre el cine del Oeste, representado por Cliff, el doble de acción de Dalton, y el cine moderno, representado por Tate. Junto a estos, se representa dicha transición con el propio montaje de la película, como ya he comentado. Al final de la película el narrador nos cuenta que Dalton y Cliff deciden dividir sus vidas, de forma metafórica la transición se lleva a cabo, Rick, alegoría de la transición, se va a separar de Booth, alegoría del lejano Oeste. Una vez terminado el punto final de la peli, Cliff (el sheriff) queda herido tras vencer a los hippies (los bandidos) y debe ir al hospital. Se va la ambulancia y viene la última escena, Dalton es invitado a entrar a la casa de Sharon tate y la conoce por fín. El cine Western se va mal herido mientras que el moderno impone su presencia en la transición, se lleva a cabo de forma literal.
Y respecto a la película en sí, la imagen, los planos y los movimientos de cámara, lo que se ve de la ciudad, lo que se escucha, tanto el ruido de fondo que generan los coches con la radio a todo volumen, como la magnífica banda sonora escogida por el director, el vestuario, la escenografía y la caracterización de todos los personajes, es una detallada y específica forma de transmitir al espectador como Quentin se empapó con todo lo que vio, y que observó minuciosamente de Hollywood, al llegar de niño. Es la forma en la que Tarantino nos muestra su versión de esa ciudad en esa época. Once Upon a Time es el cuento de cómo ese niño vivió ese momento, y no hay mejor escena que la del final para ejemplificarlo. Durante toda la peli, Tarantino usa como personajes principales a un par de individuos ficticios, los protagonistas de su cuento, semejantes a los protas de las pelis del Oeste que está acostumbrado a ver por casa, y que finalmente cambian la historia que nosotros conocemos luchando y matando a los villanos (al modo más puro de Quentin Tarantino), convirtiéndose en los héroes que salvan a Tate y a sus amigos de una muerte que en la vida real no pudieron evitar. En la imaginación de un niño, el bien siempre vence al mal.
No por la trama, ya que muchísimos detalles nos lo he podido captar y apreciar por mi falta de sabiduría en el género del cine Western como por mi ignorancia hacia productores y personajes importantes de la época, pero sí por hacer una película muy pensada y minuciosa, con detalles conectados entre sí todo el rato y por su doble analogía, tanto en la historia como en la producción de la peli, esta se posiciona en mi top 4 de Tarantino.