Papillon de Franklin J. Schaffner es un drama carcelario de aventuras basado en las cárceles francesas de las Guayanas de la primera mitad del siglo XX. Dirigida con un ritmo asfixiante y con un estilo directo que muestra sin paños calientes la crueldad hacia los presos de la época, es una obra profunda que penetra en el público como pocas y te trasmite la desesperanza de los presos, que sentían la prácticamente nula oportunidad de escapar, definiendo un trabajo provocador que gusta a todos los públicos. Realizada de forma implacable tiene un resultado demoledor que es de visión obligada para cualquier cinéfilo.
La fotografía es evocadora del lugar al mostrar imágenes de la naturaleza que están bien cuidadas en detalles estéticamente apropiados, concluyendo un excelente trabajo que es impactante en algunas escenas al exhibir las ejecuciones y la miseria. La música es intrigante y estimulante en un variado trabajo de Jerry Goldsmith que es usado más bien en la segunda mitad del film, usando sonidos profundos y emotivos que añaden dramatismo al film. Los planos y movimientos de cámara consuman un buen trabajo técnico a través del uso del avanti, grúas, subjetivos, generales, panorámicos, reconocimiento, primeros planos y seguimiento.
Las actuaciones son auténticas y admirables. Como protagonistas Steve McQueen concluye una deslumbrante labor y Dustin Hoffman está remarcable en una gran tarea, siendo convincentes los acompañamientos de Victor Jory, Don Gordon, Anthony Zerbe y Robert Deman entre otros. Para estos emplea la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones carentes que sacan a relucir la miseria de las cárceles y que, junto con los excelentes decorados, te transportan in situ. Cabe destacar también, unos efectos visuales sobrecogedores que enardecen la violencia y la sangre, mostrando tal cual lo que ocurría en aquel horrible lugar.
El guion, escrito por Dalton Trumbo y Lorenzo Semple Jr. y basado en la novela de Henri Charriére, es penetrante en su pesimista historia y desde luego denunciatorio hacia las cárceles francesas de la Guayana en la primera mitad del siglo XX por el maltrato al que eran sometidos los presos, cumpliendo al mostrarlo con una sustanciosa trama que acompaña a los protagonistas durante muchos años de su vida en un magnífico trabajo inolvidable y bien construido de principio a fin. Esto se lleva a cabo con una narrativa insidiosa y clásica que es sugerente en su tono sombrío a la desilusión de los presos. Cabe señalar también, el estupendo montaje lineal y seguido con saltos temporales que en 150 minutos narra gran parte de la historia de la novela.
Para finalizar, la considero una obra inmortal e indispensable en el género que cautivará a los seguidores de cintas sobre fugas en las que además, se denuncia también abiertamente el sistema de cárceles, siendo este el principal atractivo del film. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, efectos, planos, movimientos de cámara, vestuarios, caracterizaciones y narrativa que vuelven a Papillon, un gran film que cautivará a todos los públicos y en especial al cinéfilo clásico amante de las buenas historias y mejores interpretaciones.