Si ya de por sí una telenovela es mala, imagínate una telenovela infantil. Ellos, "supuestamente", unos adonis, y ellas otras adonis para "estar a la onda" porque son gasolina, gasolina de verdad. Realmente, "Patito feo" es gasolina; quién la ha probado lo sabe. Solo "Patito feo" produciría una combustión de la que deberíamos estar precavidos. Aunque ya lo hace: ha despojado del seno de la poesía y del futuro a ánimas que apenas abrían los ojos, para zozobrar sus hondas neuronas hasta naufragarlas en un mar de ánimas y de guaperas idiotas, que quién sabe de dónde han sacado. Lo mismo con las "divinas de la muerte" y las "populares", abocadas a la memez y a la simpleza más absolutas.
Aunque con sólo ver el maravilloso retrato de Patito feo, deberíamos ya saber en qué terrenos nos introducimos. Pero tampoco hay que ser hipócritas. Patito feo es mala, es horrible, penosa, odiosa, repetitiva, lacrimógena (nuevamente, de lo mala), etc. etc., pero nadie se espera otra cosa. Las telenovelas son igual que la pornografía en cierto sentido. Nadie que vea o lea algo así se espera nada bueno, solo ahogar una serie de fantasías sexuales.
No voy a entrar en la ignorancia de los niños y los adultos, porque muy bien lo han explicado otros en sus críticas. Pero, eso sí, una ayudita de Marketing es lo único que se necesita para llegar a millones de personas. No vivimos en libertad, ni comercial ni cultural ni educativa. Si nos quieren amarrar como a borregos, podrán hacerlo, porque tampoco ponemos ningún impedimento. Si no quieren que pensemos, sucederá lo mismo. Debemos de tenerlo claro porque, pese a ser invisible, Marketing realmente se cobra una buena cantidad de personas y de pensamientos. Estados Unidos nos coloniza a través del marketing; las cadenas de televisión están controladas por el marketing, es decir, por nosotros, pero desde su mano. Citando a Nietzsche, "¿Estás buscando adeptos? ¡Busca ceros entonces!"