Yo confieso, amar el cine, y lo amo porque mi padre lo amo antes que yo.

Yo confieso que recuerdo los sábados que nos llevaba a mis hermanos y a mí a las sesiones de tarde en los multicines de Oviedo, un lujo en mitad/finales de los años 80. Mis primeros recuerdos en una sala son ese E.T. Volando con la luna llena al fondo, Indiana Jones buscando el santo grial o Rambo "dando caña" ( Como a él le encantaba decir ) en las montañas de Afganistán... Daba igual el género o la calidad, las películas eran todas magníficas porque las veíamos los cinco juntos.

Yo confieso que mi padre amaba el Western (Horizontes de grandeza, centauros del desierto, Rio Bravo, hasta que llegó su hora, Los comancheros...]

Yo confieso que yo confieso era su película favorita de largo, no perdía jamás la oportunidad de verla siempre que podía o la daban en algún canal de televisión ( la última vez que la vio fue en TCM, poco antes de dejarnos solos).

Yo confieso que no recuerdo verle llorar en mi vida, ni en la suya, salvo con el final de esta película, siempre cada una de las veces que la vio, al menos teniendo yo uso de razón, se emocionaba con el fantástico final de esta fantástica película.

Yo confieso que era demasiado tonto para apreciar aquellos momentos en los que abría su corazón y ahora 11 días después de su partida no puedo dejar de pensar en esta bendita película, ella era su favorita, él el mío.