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Voto de Iñigo Montoya:
8
Thriller. Drama El marchante americano Tom Ripley (Hopper) intenta poner a prueba la integridad de Jonatham Zimmermann, un humilde fabricante de marcos (Bruno Ganz) que padece una enfermedad terminal. Ripley le presenta a un gánster que le ofrece mucho dinero a cambio de que trabaje para él como asesino a sueldo. En un principio rechaza la oferta, pero, al pensar en el precario futuro que espera a su mujer y a su hijo después de su muerte, acaba aceptando el trato. (FILMAFFINITY) [+]
4 de junio de 2010
18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wim Wenders se siente fascinado por las carreteras, los viajes, por la sensación de identidad que proporciona el contar con un hogar al que poder volver. Aunque el viaje constituye uno de los ingredientes esenciales de sus primeras obras, también es parte esencial de El amigo americano, en la que todos los personajes carecen de raíces (Jonathan es suizo y Ripley americano, pero ambos viven en Hamburgo). Y, aunque alemán, Wenders ha sentido siempre una enorme admiración por el cine y la cultura americana, que han influido decisivamente en sus películas.

Desde el primer plano, Dennis Hopper con sombrero de cowboy saliendo de un taxi neoyorquino frente al estudio del pintor Derwatt hasta el final de la película, el espectador es zarandeado sin piedad de un lugar a otro: los muelles de Hamburgo, Paris, Munich, otra vez Nueva York... sin que los paisajes urbanos que aparecen en la película cambien de manera perceptible. El mundo parece haberse reducido a una aterradora ciudad universal, llena de estaciones de metro, aeropuertos, ascensores, circuitos cerrados de televisión, impersonales hoteles, túneles, rascacielos, es decir, todas las trampas de la moderna civilización urbana.

El hecho de que Wenders utilize a dos directores de Hollywood como Sam Fuller y Nicholas Ray, constituye un homenaje directo al cine americano, y resulta también significativo que Wenders basase su película en un thriller de la americana Patricia Highsmith, "Ripley`s Game". La aparición de otros cuatro directores europeos, Daniel Schmid, Jean Eustache, Peter Lilienthal y Sandy Whitelaw haciendo de gángsters puede parecer un exceso de cinefilia y autoindulgencia, pero se trata de parte del juego que propone la película. A pesar de lo complejo de su trama, que puede resultar confusa en algún momento, El amigo americano es de lo mejor del cine europeo de los 70.
Iñigo Montoya
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