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Vietnam Vietnam · Sigo estando en Saigon
Voto de El dependiente:
8
Drama Un niño imagina un curioso sistema para mejorar el mundo; hacer favores desinteresadamente. Para sorpresa de todos, la generosa propuesta causa furor entre la gente. Entretenida comedia con toques dramáticos y un eficaz reparto. En la novela en la que se basa el film, el personaje interpretado por Spacey es de raza negra, lo que provocó cierta polémica en USA. (FILMAFFINITY)
16 de febrero de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es por su historia, que oscila dulcemente entre la típica escena de colegio americana y la cara oculta de Estados Unidos (que existe), con una genial idea para hacer del mundo un lugar mejor como hilo conductor.

No es por Haley Joel Osment, que suple con su encanto y su talento su "verdor" interpretativo.

No es por James Caviezel haciendo de Jesucristo yonki (o de yonki que luego se hace Jesucristo... en todo caso, tanto en esa película como en esta, sale bastante tocado, y lo hace bastante bien).

No es por Jay Mohr (podéis estar seguros, no le soporto con su aspecto de buenazo haciendo papeles de graciosillo... hasta en la última de Clint Eastwood tiene que salir haciendo el gilipollas).

No es por Helen Hunt haciendo de alcohólica, aunque no sale ebria en ningún momento de la película. Un personaje un poco extraño en ciertos momentos, pero no sé si es por culpa de la actriz o de la autora del libro.

No es por que Mimi Leder dirija la película con delicadeza y abundantes planos cortos, queriendo sobrecargar de dramatismo ciertos momentos.

No es porque, aunque el niño parezca tan inteligente o más que muchos adultos, siga siendo un niño.

No es por Thomas Newman, cuyas bandas sonoras me encantan.

No es porque el sabor de boca que deja la película en ocasiones se parece mucho al que deja American Beauty, aunque Cadena de favores carece de su acidez.

No es por Bon Jovi y su cameo de visto y no visto, ni por ningún otro secundario, ni porque el reparto sea lo más sólido de esta película, ni porque en ciertos momentos su tono de melodrama sepa demasiado almibarado, ni porque el director de ese colegio sea un inútil como la copa de un pino, ni porque estoy más que seguro de que un ratero de raza negra sin un duro en los bolsillos seguiría con la cadena mucho antes que un gran empresario que puede permitirse regalar un Jaguar en caso de querer hacerlo (y no me refiero al animal precisamente).

No es por ninguna de las cosas que he dicho por lo que esta película me parece mucho más que un típico drama americano. Es pura empatía con un hogar desestructurado, una serie de personas con miedo a seguir con sus vidas, o esa persona que, cuando llega la hora de la verdad, no hace como la mayoría y decide hacer algo, en lugar de esperar a que las cosas pasen solas. Es por empatía con la vida misma por lo que me encanta Cadena de favores.
El dependiente
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