He de ser honesto: conocí la Tierra Media gracias a este director que en épocas del Señor de los Anillos autoproclamaba ser un Hobbit de la Comarca y ahora se hace llamar un Enano descendiente de Durin. Y como tal, sospecho que al igual que Thorin se dejó arrastrar por su locura de encontrar La Piedra del Arca y estirar la historia hasta no dar para más, tocando la delicada línea entre lo sublime y lo excesivo. Corre el riesgo de despertar a un dragón malhumorado y no salir bien parado en el intento. Pero así como Thorin y su Compañía hacen el esfuerzo por lograr su loable objetivo, así he de agradecer el empeño y cariño con que se está haciendo esta saga para el deleite de habitantes de la Tierra Media como yo, ávidos de aventuras y emociones. Puedo decir que aunque bastante distinto a lo que hemos visto antes, seguimos en la Tierra Media todavía.

La película es en verdad muy buena como tal, aunque como adaptación, como todos saben, es algo desconcertante, pero nada que con una mente abierta no se pueda solucionar para poder disfrutarla como se debe, es decir, como un enano. Excelentes actuaciones de todo el reparto, lo que ya todos saben y no repetiré aquí. Como siempre en los apartados técnicos todo espectacular, aunque como pasó en la primera entrega de la saga, con la sensación de exceso de efectos digitales y con las típicas exageraciones en las batallas contra los orcos a las que nos está acostumbrando Jackson en esta nueva trilogía. Eso sí, agradezco enormemente la ausencia de villanos “graciositos” para darle un toque más oscuro cercano a ESDLA. Me sorprendió y no para bien la banda sonora, que aunque es buena y muy funcional en la cinta, honestamente no está a la altura de la primera parte (ya ni digamos con The Lord Of The Rings); tan solo está exquisito el tema de los créditos finales (no la canción, que la verdad no me transporta para nada a la Tierra Media), que incluye los temas élficos y de la personaje más controvertida de esta cinta (Tauriel), que por cierto a mí no me molesta en absoluto, sino hasta por el contrario encontré agradable. Eché de menos esas masas corales más contundentes de los Enanos al encontrarse en batalla con el escupe fuego. Ah, y por cierto, Smaug es Smaug, la mayor de las calamidades de la Tierra Media, no lo duden. En resumen, espectacular película y recomendada por supuesto, aunque quizás escuchen una que otra mentada de madres (como pasó aquí en el estreno) por ese final tan abrupto y que obliga a esperar otro año para ver en qué acaba todo. Ojalá para entonces no enloquezca Jackson por completo y recuerde el Hobbit que lleva dentro.