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España España · Oviedo
Voto de Gould:
9
Cine negro Después de ser despedido del periódico donde trabaja, Mike Reese se hace socio de un pequeño periódico de provincias en donde intenta poner en práctica los métodos de la prensa de la gran ciudad. Un asesinato en el que está envuelto un magnate de la prensa será la oportunidad perfecta para sus planes. (FILMAFFINITY)
3 de julio de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los temas más repetidos en la breve etapa americana del director Cy Endfield es el papel intoxicador de la prensa, el amarillismo corruptor, la venta de ejemplares a toda costa, ácida visión que reaparece aquí y allá en su filmografía como por ejemplo en su obra maestra “El sonido de la furia” (1950), lo que le emparenta con grandes obras maestras del cine que tratan asuntos semejantes. No hablo de las visiones angelicales de un periodismo incorruptible, sino de ópticas menos ejemplificadoras como pudo demostrar tempranamente el infravalorado Mervyn Leroy en películas soberbias, de una lucidez cegadora, como “Five Star final” (1931) o especialmente “They won’t forget” (1937), así como las sucesivas versiones de la obra de Ben Hecht y Charles MacArthur titulada “Primera plana”.

La cristalina fotografía de Stanley Cortez enmarca la memorable actuación de Dan Duryea, maestro de ceremonias para uno de los mejores papeles de su carrera como el periodista Mike Reese, cínico y sin escrúpulos, resbaladizo y encantador, que se ve obligado a buscar trabajo en un periódico local de la pequeña localidad de Lakerville. Cuando la nuera de un magnate de prensa muere aprovechará la historia al máximo, más allá de la verdad o las pruebas, para vender ejemplares.

Endfield aporta a esta típica historia de cinismo periodístico una visión aterradora de la condición humana en la que critica por igual el racismo latente -en la figura de la criada acusada del asesinato- o el mundo de la abogacía corrupta, visión despiadada en la que todos huyen de la verdad como de la peste, no sólo la prensa sino también la masa influenciable y sentimental, siempre dispuesta a salvar al mundo o a pasarse a las filas de un linchamiento real o social.

El final feliz y redentor, algo forzado y claramente impuesto por la productora, suaviza un poco la acidez de la propuesta de esta magnífica película.
Gould
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