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España España · Oviedo
Voto de Gould:
10
Cine negro. Thriller. Intriga Basada en una obra escrita para la radio por Lucille Fletcher. El teléfono es el único medio que une a Leona Stevenson (Barbara Stanwyck) con el mundo exterior. Leona, directora de una fábrica de productos químicos, es hipocondríaca y está postrada en la cama a causa de una dolencia psicosomática. Su marido Henry (Burt Lancaster) es un hombre de origen modesto, pero muy ambicioso, que se casó con ella para mejorar su posición en la ... [+]
5 de agosto de 2015
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra del cine negro, mezcla de suspense y melodrama psicológico, a cargo del nunca suficientemente ponderado maestro Litvak, que pone en escena un enrevesado guión basado en un relato radiofónico de Lucille Fletcher sobre una mujer egoísta y absorbente, amén de inválida, que se casa con un pobre pero ambicioso joven que sufre los manejos de su mujer y su padre. Uno de los aspectos más destacados del film es la estructura narrativa donde la peripecia se nos narra en tiempo real a través de las conversaciones telefónicas de la protagonista y mediante una serie de habilidosos flashbacks contados por diferentes personajes: la criada, la antigua novia de Henry, el doctor, el químico. Con ellos y su relato conocemos, al tiempo que la protagonista, los hechos pero también se nos van desvelando aspectos de ella misma que no coinciden con el retrato inicial de mujer desvalida. Con la fotografía destacada del gran Sol Polito –las escenas en la playa de Staten Island parecen estar sacadas de un sueño o una película de terror- y una puesta en escena magnífica -luces y sombras, movimientos de cámara en el interior y exterior suntuosos y expresivos, con un gran valor dramático- el resultado final es una “pièce de résistance” con un cierre memorable y antológico. Aunque alguien dijo que su papel era “demasiado enérgico para hacer de enferma” Barbara Stanwyck está enorme a lo que poco puede objetar un Burt Lancaster que todavía no había mudado la pluma. William Conrad –el detective "Cannon" de los 70- inmortalizado para la eternidad en la mítica secuencia inicial de “The Killers” (1946) de Robert Siodmak insiste en su papel de malvado. Grande Litvak.
Gould
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