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Voto de Cinero_Simplon:
8
7,5
7.871
Comedia
En una casa aislada y próxima a las vías del tren vive la señora Wilberforce, una venerable anciana que alquila dos habitaciones al misterioso profesor Marcus y a los cuatro miembros de su siniestra banda de música. (FILMAFFINITY)
10 de noviembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una buena película se sustenta, sobre todo, en un buen guión y, finalmente, la hacen creíble las interpretaciones. En Ladykillers vemos las actuaciones de dos tipos que se convirtieron en leyenda de la escenografía como Alec Guiness y Peter Sellers, ambos componentes de un curioso quinteto musical que, aprovechándose de la hospitalidad y bondad de la anciana señor Wilberforce, planea un curioso y acertado golpe tras, el cual, todo se volverá cada vez más esperpéntico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El título lleva a engaño puesto que ninguno de los integrantes de la banda son capaces de hacer daño a la pobre anciana quien, gracias a su historial de inventos surrealistas contados a la policía, finalmente consigue hacerse con el botín y consagrarse como la auténtica triunfadora del robo, dando por hecho que no era tan tonta como pronosticaban, algo que empezamos a sospechar en ese momento en el que el gramófono sigue sonando y los ladrones no están en su cuarto haciendo que ensayan una canción.
Una película notable, consagrada como una tira cómica en la que los ladrones, por no matar a la anciana y huir con el botín, son capaces de matarse entre ellos en el momento en el que el sentimiento de piedad da paso a la avaricia. Y, claro está, la avaricia siempre termina rompiendo el saco. Como aquellos sacos que le dijeron a la pobre señor Wilberforce que estaría cosiendo en la cárcel durante el resto de sus días.
Angelitos.
Una película notable, consagrada como una tira cómica en la que los ladrones, por no matar a la anciana y huir con el botín, son capaces de matarse entre ellos en el momento en el que el sentimiento de piedad da paso a la avaricia. Y, claro está, la avaricia siempre termina rompiendo el saco. Como aquellos sacos que le dijeron a la pobre señor Wilberforce que estaría cosiendo en la cárcel durante el resto de sus días.
Angelitos.