Película de Aldrich que tuvo una fría acogida. El autor de la novela en que se basa, un expolicía, quedó horrorizado con el resultado, exigió quitar su nombre de los créditos y demandó a la productora (ganó). Lanzó una furibunda campaña pidiendo a la gente que por favor no fuera a ver semejante bazofia.

El film nos presenta a un grupo de policías cafres, machistas, homófobos, brutos, groseros, salvajes, zumbados, catetos, inconscientes, garrulos, tipos que sólo desean salir de fiesta, colegas amantes del cachondeo. El tipo de comedia varía de la zafiedad más basta al humor más negro*. Como una versión chunga de "Loca academia de policía". Lo desconcertante es que, de no ser por el tono ligero, podríamos creer que estamos ante una obra que denunciara la cara b de las fuerzas del orden. Y, de hecho, por momentos pareciera que los tiros van por ahí**.

No nos engañemos: algunas bromas han envejecido muy mal. Otras no funcionan. Lo que sí sobresale, y mucho, es la aportación de algunos personajes, como el de un jovencito James Woods, o Roscoe, el descerebrado de la pandilla, un cretino de los pies a la cabeza, un capullo sin atenuantes. Aparte de que, con algunas anécdotas, te ríes. Quizá Aldrich no se hallara en plena forma, pero siempre supo entretener al público.