Cuando fui al cine a ver esta película, era consciente que iba a ver una película enmarcada en política latinoamericana, y que a su vez apenas conocía mucho de la historia de Colombia, y aquí es donde entra la crítica, a pesar de que las actuaciones de los actores son respetables y también la imagen y la escenas de la película, pero, salvo para un colombiano, a penas se nos pone en situación a los foráneos, es decir, en un subcontinente lleno de desigualdad y dictaduras en esa época, no se nos sitúa si había o no dictadura en Colombia o si era una democracia fallida. No se nombra a las FARC ni al narcotráfico, y te pintan a una familia ideal, culta y progresista envidia de los países más avanzados, y luego la relación con el arzobispo, parece todo muy forzado, el padre ateo que vive con una monja, y luego cómo le habla al niño sobre la masturbación, en fin, parece un cúmulo de clichés sobre lo políticamente correcto y de repente, sin venir a cuento, sale una lista y matan al protagonista por abogar por la salud pública.


El problema de esta película es que no está bien contada, hay agujeros en la narración que se rellenan con ingenuidad y el encantados de habernos conocido, hay algo de irrealidad en la narración, a pesar de ser una historia basada en hechos reales que quieren terminar la película con una escena dramática.


Podría haber sido una película mejor, pero a mí juicio no llegan, cuando se reunían a tocar la guitarra mientras les hacían las trenzas a las hijas, en fin, solo les faltó a Chanquete tocando el acordeón.