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Voto de Néstor Juez:
7
6,2
442
Drama
Vlada trabaja como conductor de un camión congelador durante el bombardeo de Serbia por parte de las fuerzas de la OTAN en 1999. Su último encargo consiste en transportar una misteriosa carga desde Kosovo hasta Belgrado, a través de un territorio desconocido para él, inhóspito y peligroso, en un país devastado por la guerra. Vlada no quiere saber qué es lo que transporta, pero su mercancía se convertirá poco a poco en su carga. (FILMAFFINITY) [+]
4 de junio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde la perspectiva de un joven español, hay infinidad de culturas ajenas que te fascinan y sobre las cuáles deseas saber siempre cosas nuevas. Una de las cosas que más me llena de la práctica cinematográfica es la intensidad con la que me permite sumergirme en diferentes culturas. Y una de las culturas que más me enamora es sin duda la balcánica, razones de índole sentimental aparte. Sin embargo, pocas son las películas de estas latitudes que nos llegan, por lo cual seguimos cada ocasión en que esto se produce como un acontecimiento. La película de hoy contaba con muchos alicientes, en mi radar desde que fue vista por sus primeras audiencias hace un año. Es el filme La carga, primera incursión en la ficción del serbio Ognjen Glavonic que fue presentada en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes de 2018 y vista también en el Festival de Gijón de dicho año. Película que apenas ha sido vista a nivel mundial, pero que ha recibido una elevada aprobación crítica de los medios que han podido catarla. La Aventura no organizó pase de prensa, por lo que estuve muy pendiente de controlar su día de estreno para abalanzarme a la sala de cine cuanto antes, con temor a que durase poco en cartelera. Muchas incógnitas, y muchas expectativas. Un nuevo autor con una obra por descubrir. Y aún si no puedo negar el desafío que supone afrontar la proyección, pero son varias las recompensas tras superar un filme extremadamente interesante, notable incluso. Una personal incursión en el drama de un territorio devastado desde la contención y la intuición. Un filme que enseña parsimonia y respira desgracia. Queda totalmente recomendada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Belgrado, año 1999. Territorio bombardeado a diario por la OTAN. El ya maduro y solitario Vlada (estupendo Leon Lucev) conduce por encargo un camión de Kosovo a Belgrado con un misterioso cargamento en la parte trasera. Durante el trayecto una serie de imprevistos le harán modificar su ruta. La carga de conciencia por aquello que porta lavándose las manos le perturbará hasta que vuelva a su hogar. Un filme pequeño y concreto, de cierta sordidez y frialdad. Una película que me sedujo por completo desde la más absoluta quietud y el minimalismo. Una película bélica sin atisbo de violencia, víctimas, confrontaciones o sensacionalismo morboso. Relato de un territorio desolado, un páramo despojado de la armonía y vaciado de armonía en pos de una perpetua calma tensa. Una película que crea en el espectador una continua desazón, pues la tragedia se presagia. No se ve pero se siente, la narración se desarrolla en una calma que precede a la tempestad y el horror se halla fuera de campo (sonido de los bombardeos, restos lavados de la carga del camión). Gran trabajo de Lucev, pero lo que más brilla del filme es su excelente trabajo de cámara. Tomas largas y planos móviles de seguimiento cuyos encuadres desafían nuestras expectativas (ahora sigue a Vlada, ahora permanece en la estancia que este abandona, ahora se decanta por otro personaje o se va a un árbol). Un largometraje con mucho cuerpo, filmado con mucho tino y esmero y cargado de matices históricos y sociales. Una sencillez de complejo desempaquetado.
El espectador no recibe ningún balón de oxígeno ni ayuda que permita reengancharse de manera más fácil a la que es una narración eminentemente mortecina. Es un filme con escasas acciones, menos aún personajes y lacónicas interacciones entre ellos, recargadas siempre de amargor, resentimiento y confrontación. Arduo es el paisaje emocional de nuestro antihéroe, y arduo por consecuente es el escenario cinematográfico por el que Glavonic nos hace transitar. Al espectador que no desee digerir filmes aburridos y que lea el cine únicamente por lo explícito sin considerar lo implícito es mejor recomendarle que se aleje de la sala. Es una película que mejora una vez abandonada en la sala, y que necesita imperiosamente de una reflexión posterior para ser comprendida adecuadamente. Del mismo modo que el tan positivo impacto que ha causado en mí es personal, no reprobaré a aquellos que no la encuentren tan rica. Filme difícil al que se antoja difícil volver.
Seca, enigmática y acongojante, La carga supone una refrescante mirada a la tragedia de sabrosa realización y atmósfera.
El espectador no recibe ningún balón de oxígeno ni ayuda que permita reengancharse de manera más fácil a la que es una narración eminentemente mortecina. Es un filme con escasas acciones, menos aún personajes y lacónicas interacciones entre ellos, recargadas siempre de amargor, resentimiento y confrontación. Arduo es el paisaje emocional de nuestro antihéroe, y arduo por consecuente es el escenario cinematográfico por el que Glavonic nos hace transitar. Al espectador que no desee digerir filmes aburridos y que lea el cine únicamente por lo explícito sin considerar lo implícito es mejor recomendarle que se aleje de la sala. Es una película que mejora una vez abandonada en la sala, y que necesita imperiosamente de una reflexión posterior para ser comprendida adecuadamente. Del mismo modo que el tan positivo impacto que ha causado en mí es personal, no reprobaré a aquellos que no la encuentren tan rica. Filme difícil al que se antoja difícil volver.
Seca, enigmática y acongojante, La carga supone una refrescante mirada a la tragedia de sabrosa realización y atmósfera.