Lo cierto es que el argumento de la película apunta maneras. Cualquier cosa que trate de descifrar una de las claves de la vida es indudablemente atractivo para cualquier mente inquieta...

Lo malo es que, como en todo, en el cine también existen los gatillazos. Código fuente es uno de esos casos en que todo son promesas para al final quedarse en agua de borrajas.

La idea está bién planteada y la forma de presentarla se hace muy intrigante... pero falla en la teoría, quedandose en un medio camino de indefinición en el que poder echar mano de cualquier explicación científico-mística.

Si se plantea una idea novedosa, al menos hay que hacer que el universo gire alrededor de la misma. No hace falta crear un Matrix V2 ni pedir explicaciones a Eduard Punset, pero es necesario aportar un mínimo de elementos que den sentido al conjunto.