Esto es lo que mi padre llama "estupideces propias de gilipollas". Pues eso.
Hay que ser muy imbécil, muy pisaverde y muy cantamañanas para ir al bosque a buscar no sé qué coño terrorífico y asustarte con el primer ruidito que escuchas de noche. Eso sin contar que eso de la cámara en mano es uno de los coñazos más grandes que he tenido la desgracia de soportar en el cine. Yo veo una peli para disfrutar, no para estar mentando a los muertos del director todo el rato.
Es posible que en yankilandia haya gente así, no lo dudo, pero los que no somos imbéciles, nos sorprendemos con esta película, que parece rodada por los del Proyecto Hombre en un día de recaída.
Patética