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Drama
En una terraza de Roma se reúne un grupo de personas. Algunos son amigos, otros conocidos y otros se acaban de conocer. Todos son intelectuales y pertenecen a la clase media. En una de esas reuniones se encuentran Enrico, un guionista en crisis, Amedeo, un productor, Luigi, editor y periodista, Sergio, un ejecutivo de TV, Galeazzo, que acaba de regresar de Venezuela, Bruno, productor de anuncios de TV, y Mario, un diputado del Partido Comunista. (FILMAFFINITY) [+]
10 de abril de 2007
9 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer vi este tostoncillo de 2 horas y media.
De las que vi de Scola (“Una jornada particular”, “La familia”, “La cena”, “Competencia desleal”) es la que menos me ha gustado.
El reparto reúne a grandes nombres del cine europeo de entonces: Vittorio Gassman, Marcello Mastroianni, Jean-Louis Trintignant, Ugo Tognazzi, Stefania Sandrelli…
En un papel menor sale una jovencísima (y todavía muy verde) Marie Trintignant. Guapísima, eso sí.
La verdad llega a cansar tanta cháchara densa sobre temas elevados (artísticos, socio-políticos…) y el hecho de ser filtrados por una suave comicidad no ayuda a hacerlos más digeribles.
En general este retrato de gente madura desencantada y bastante estúpida no me interesa demasiado, salvo por algún apunte aislado, los excelentes trabajos de Gassman y Sandrelli, y alguna metáfora inspirada (el afila-lápices eléctrico como símbolo del ingenio que precisa ser aguzado, y también del desgaste del espíritu, que como los lápices se queda en nada)
De las que vi de Scola (“Una jornada particular”, “La familia”, “La cena”, “Competencia desleal”) es la que menos me ha gustado.
El reparto reúne a grandes nombres del cine europeo de entonces: Vittorio Gassman, Marcello Mastroianni, Jean-Louis Trintignant, Ugo Tognazzi, Stefania Sandrelli…
En un papel menor sale una jovencísima (y todavía muy verde) Marie Trintignant. Guapísima, eso sí.
La verdad llega a cansar tanta cháchara densa sobre temas elevados (artísticos, socio-políticos…) y el hecho de ser filtrados por una suave comicidad no ayuda a hacerlos más digeribles.
En general este retrato de gente madura desencantada y bastante estúpida no me interesa demasiado, salvo por algún apunte aislado, los excelentes trabajos de Gassman y Sandrelli, y alguna metáfora inspirada (el afila-lápices eléctrico como símbolo del ingenio que precisa ser aguzado, y también del desgaste del espíritu, que como los lápices se queda en nada)