Haz click aquí para copiar la URL
Nueva Zelanda Nueva Zelanda · Wellington
Voto de Wonka:
3
Animación. Comedia El viaje por carretera de la familia Mitchell se ve interrumpido por una insurrección tecnológica que amenaza a la humanidad.
1 de mayo de 2021
74 de 141 usuarios han encontrado esta crítica útil
No queda otra, entre tanta crítica positiva y tanta notaza unánime de la crítica solo puede pasar que no me dé cuenta de que mi niño interior es un cascarrabias o de que, como le pasaba a Chandler Bing, estoy muerto por dentro. Si no, no se entiende que el candor casi infantil con el que ayer me dispuse a disfrutar de las aventuras de los Mitchell acabara, casi dos horas más tarde, convertido en dolor de cabeza ante la sucesión vertiginosa de planos; de ojos por el uso estridente de los colores; y de corazón al ver que, el Cine, en manos del neocapitalismo, corre el riesgo de convertirse en un mero producto descerebrado de entretenimiento en el que pesan más el envoltorio y la propaganda que una buena historia.

A ver, resumiendo, la película sería algo así como si sus creadores se hubieran tragado "Los Increíbles", "Spider-man: Un nuevo universo", "Toy Story", "Scott Pilgrim contra el mundo" y cualquier película cómico-apocalíptica, la hubieran aderezado con corrección política y luz estroboscópica, y al rato hubiera vomitado todo el mejunje después de una noche mezclando anisete con LSD.

Vamos a empezar esta disección por el mensaje evidente (sin spoilers): el discurso sobre el uso que hacemos de las nuevas tecnologías o sobre el que ellas hacen de nosotros. Al estilo de cualquier capítulo de la irregular "Black Mirror" y con el toque romántico de "Her". Pero, a diferencia de ellas, sin llegar a ninguna parte. ¿Cuál es su propuesta? No se sabe. ¿Será que deja la interpretación abierta para que cada espectador llegue a sus propias conclusiones? No. Lo que ocurre es que la película es superficial, ya está, lo admitimos y no pasa nada. Comparadla con cualquiera de Pixar -por ser las que más próximas le quedan- y decidme.

Y seguimos con el mensaje no evidente (también sin spoilers): la familia, cuanto más imperfecta, mejor. El contrapunto repelente lo ponen los vecinos, que llevan una vida ridículamente impoluta. Pero los protagonistas son desastrosos. Físicamente no cumplen con ningún canon y las relaciones entre ellos pasan por el filtro azul de las pantallas. A nada de eso pondría objeción alguna si no fuera porque la disfuncionalidad de los Mitchell no es meramente imperfección, sino que se zambulle en el histrionismo desquiciado.

De otro lado, desde el minuto cero se nos deja claro que la película no falta a su cita con la diversidad, la inclusión y demás dogmas del wokismo Netflix. Con mención aparte para la figura del padre de familia, combinación ganadora entre Homer Simpson, Peter Griffin y el padre de Peppa Pig. Un completo estúpido, un macho alfa, un adorable cromañón descerebrado al que únicamente salvan el relativo sentido común de su mujer y el absoluto sentido común de su hija, la gurú de la familia.

Y llegamos así a la protagonista, a la hija mayor, a Katie. Yo no recuerdo a un personaje tan cargante y repelente en ninguna película de animación. Condescendiente, comprensiva, creativa, deliciosamente imperfecta. Es el personaje que recompone las relaciones y que aúna las voluntades, es el pegamento de la familia, la voz del sentido común, una simpática locuela cómplice de su hermano pequeño, apoyo de su madre y paternalista con su padre. ¿Dónde está la sátira a la que se somete a los demás personajes, de forma especialmente sangrante a Rick y a Aaron?

Sobre el guion podríamos hablar un buen rato. Desde luego, es previsible y superficial. Pero además contiene micro cambios de ritmo que, cuando se trata de una película -como esta-, que va demasiado rápida, la ralentizan de forma incómoda. Un ejemplo: las referencias a cierto proyecto vital que el padre tuvo en el pasado habrían podido construir una trama que, bien tratada, podría haber dado mucho más de sí y haber perfilado mejor al personaje de Rick, pero claro, lejos de nosotros humanizar al cromañón.

Me gustó de la película la técnica de animación. Lo que ocurre es que, como todo transcurre sin darnos el más mínimo respiro, el histrionismo de los Mitchell contagia al estilo con que se nos cuenta la historia, pero esas herramientas, en las manos adecuadas, pueden dar mucho de sí y me alegro de que vayan apareciendo nuevas opciones entre los extremos "animación tradicional-animación digital".

Salvaría de la quema también al perro, mascota-bufón simpático y deforme que ciertamente es el recurso más sobreexplotado por los guionistas (junto a la repelencia de Katie), pero que suele funcionar.

Decía alguien por aquí que llegaríamos a las lágrimas. De emoción, ninguna (aún recuerdo cómo lloré en el cine con el final de "Toy Story 3"); de lástima por la deriva simplonísima y efectista que va tomando el Cine, alguna pudo haber, de no ser porque tenía las retinas desprendidas por el atracón de multicolorismo chillón que me acababa de pegar. Siempre queda el consuelo de no haber pagado por verla en el cine.
Wonka
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow