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España España · Granada
Voto de Kikivall:
7
Thriller. Acción Sexta entrega de la saga. En esta ocasión presenta a Ethan Hunt (Tom Cruise) y su equipo IMF (Alec Baldwin, Simon Pegg, Ving Rhames), con algunos aliados conocidos (Rebecca Ferguson, Michelle Monaghan), en una lucha contrarreloj después de que una misión salga mal. (FILMAFFINITY)
31 de julio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la sexta entrega de la saga cinematográfica Misión Imposible, con personalidad propia, tanto que parece olvidar su lejano origen televisivo, aquella serie que en 1966 creara Bruce Geler y dirigida por Bruce Kessler en sus comienzos, con episodios 171 episodios de 50 minutos cargados de suspense, espionaje y frenesí, acompañados los capítulos por la enorme banda sonora de Lalo Schifrin.

Esta “Misión imposible: fallout” a la que ahora dedico unas líneas, es tal vez la que guarda más equivalencia con la original serie de TV, pues entre otras, alzaprima la figura de los actores y de la dramatización, de suerte que no sólo sean disparos o persecuciones en vehículos de diverso pelaje y por ciudades diversas, sino la exigencia de la representación actoral, un ramillete de sentimientos en sazón, un entramado de relaciones complejas y dignas que no pasan inadvertidas entre el estruendo, la violencia y la espectacularidad; o sea, que además de ruido y furia, hay romance y besos, incluso con la sexy Viuda Blanca.

Es también una superproducción de acción irreprochable, en la que se equilibran las siempre hiperbólicas escenas de acción con unas someras notas de humor que no parecen interferencias extemporáneas, y pinceladas de emociones maduras que mantienen cierto peso sensitivo interesante. Además, es esta película la primera tal vez en la que se hacen notar los signos de madurez de un Cruise que ya ha cumplido los 56 y que, a decir verdad, es meritorio su trabajo a su edad.

Acertada dirección de Christopher McQuarrie, junto a un guión bien trabajado de su autoría (hay de Bruce Geller), que sitúa el estudio de los personajes por paralelamente a la acción. Excelente música de Lorne Balfe (que no olvida la famosa sintonía de Lalo Schifrin), una gran fotografía de Rob Hardy y buena puesta en escena. Todo lo cual da lugar a una de las cintas de acción más deslumbrantes, dentro del género del blockbuster de infarto.

En el reparto un impecable personaje protagonista encarnado por un sorprendente e inconmovible Tom Cruise que da el do de pecho con holgura y eficiencia interpretando a Ethan Hunt de una manera muy física. Y junto a él su equipo IMF con un estupendo Alec Baldwin, muy bien Simon Pegg y un Ving Rhames convincente; otras conocidas actrices como Michelle Monaghan (el amor de Ethan, su esposa, su debilidad y su absoluta entrega: su Dulcinea) y Rebecca Ferguson (el elemento romántico de Ethan Hunt), la mezcla de fragilidad y fortaleza equilibran fabulosamente la lírica y la épica. Acompañan sintónicamente Henry Cavill, Vanessa Kirby, Angela Bassett, Sian Brooke, Sean Harris, Wes Bentley, Fredrerick Schmidt, Lian Yang y Kristoffer Jone, todos conjuntados en una lucha delirante y contra el tiempo.

En la trama se dan diversos caminos narrativos y conexiones de espionaje, si bien todo ello es un brillante macguffin que hace que el espectador lo pase bien viendo cómo los protagonistas pueden alcanzar su aparentemente ‘imposible’ objetivo arriesgando su vida en cada minuto de un metraje suicida. La película, no ofrece un gramo menos de todo. Y es que en este film, el héroe Hunt es un héroe trágico y por vez primera vidrioso, que ha sido superado por las circunstancias en medio del desfallecimiento en el que se encuentra sumido, pero con la determinación de un kamikaze que literalmente se juega la vida para ofrecer un espectáculo decisivo explotando el vértigo del público.

Fallout (caída) es una palabra que suele referir las consecuencias imprevisibles de cualquier catástrofe, natural o no, como a la virulenta regularidad de la lluvia radiactiva. Esta película habla de lo inaudito como algo probable, constantemente en el borde entre lo imposible y lo poco creíble. Pero lo que importa es la calentura, la pérdida de la mesura, un cine de acción grave a fuerza de negar las leyes más elementales de la gravedad. Una carrera que no se sabe bien hacia dónde se dirige, como quien celebra el vacío de un peligroso precipicio que, al fin, eso sí, resulta entretenido, sobre todo porque la cosa se resuelve en el último segundo.
Kikivall
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