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España España · MADRID
Voto de VALDEMAR:
6
Aventuras El Duque Urbis, alias "El Halcón", ha secuestrado a la mujer y al hijo de Dardo (Burt Lancaster). Este noble ejerce, en nombre del emperador, una auténtica tiranía sobre los habitantes de los pueblos de Lombardía. Para vengarse de él, Dardo secuestra a su sobrina. (FILMAFFINITY)
22 de julio de 2015
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ameno espectáculo de variedades de añejo argumento y arcaicas hechuras, que si se disfruta hoy en día es por ser una película del año de la pera, que si no, de qué. La misma cosa facturada en nuestros días no la aguantaría nadie más allá de diez minutos.

No es que el prota me caiga mal; es que desapruebo sus métodos. Menudo gañán.

Veréis. El tema es que Burt Lancaster se casó con una señora y tuvieron un hijo, y luego, la muy repelente, le dejó por un Duque, y como en el medievo no se había inventado la custodia compartida, pues se lía una buena porque ambos quieren quedarse con el niño, que en principio, no se sabe por qué, se queda a vivir en el monte con su padre.
Pero el día en que se vuelven a encontrar todos (padre, madre, niño y duque), el cretino de Burt asesina violenta y gratuitamente a la mascota del novio de su ex, porque le tiene tirria, imagino, pero el bicho no tenía la culpa de ná y era bien precioso. Esto cabrea al Duque, que ordena a su séquito que se lleven al niño, y el tarugo de Burt, en vez de permitir que su retoño crezca en un entorno desahogado donde vivirá de puta madre, le insta a huir, jugándose la vida por los tejaos mientras los soldados del duque le tiran flechas, lo que pone de manifiesto que al duque el niño se la bufa, y que si se lo quiere llevar no es por hacer feliz a su madre, la del niño, sino para joder a Burt, que se acaba de cargar a su mascota. Y la madre, a todo esto, mientras el chiquillo está a punto de partirse la crisma y de ser ensartado cual pichón, sin decir ni mú… Pero esta gente…
Lo que es el defensor del menor tampoco se había inventado todavía en el medievo, ni en los cincuenta.

Todo lo que viene después es igual de acrobático y estúpido. Burt se empecina en rescatar a su hijo de la opulencia y el minué, y se dispone a hacerlo a base de cabriolas, volteretas y piruetas. ¿Lo conseguirá?...

Es como estar viendo una de Robin Hood en la que el héroe se haya vuelto saltimbanqui e incapaz de hacer algo útil, y si se deja ver sin problemas no es por las habilidades circenses de Lancaster, ciertamente meritorias, pero lo mismo daba que fuesen de un desconocido doble, sino por las de Tourneur, y porque, esto es así, la peli, en su simpleza bobalicona, entretiene.
VALDEMAR
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