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España España · Madrid
Voto de triforme:
9
Comedia En una pequeña ciudad provinciana, a unas burguesas ociosas se les ocurre la idea de organizar una campaña navideña cuyo lema es: "Siente a un pobre a su mesa". Se trata de que los más necesitados compartan la cena de Nochebuena con familias acomodadas y disfruten del calor y el afecto que no tienen. Plácido ha sido contratado para participar con su motocarro en la cabalgata, pero surge un problema que le impide centrarse en su trabajo: ... [+]
3 de agosto de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Madrid, 24 de Diciembre de 1960. Once de la noche.

Ajeno a los villancicos y petardazos que suenan repetidamente en las adornadas calles del foro, Luis García Berlanga descansa en su confortable sofá de escay último modelo mientras repasa los detalles del inminente rodaje de su película Plácido, cuando de repente unos golpes secos en la puerta le alejan de su ensimismamiento.

—¿Qué demonios...?—exclama Don Luis demostrando su afición al cine norteamericano mientras se levanta contrariado.
—¡¡Abra!!, ¡¡Abra la puerta!!—gritan desde fuera.
—¿Y quién coño es usted para darme ordenes si puede saberse?
—Soy... LA CENSURA.
Don Luis siente como se le erizan los pelos del cogote, y abre la puerta forzando una sonrisa.
—Perdone, pase, pase usted, adelante, no le esperaba tan pronto.
—Nunca descansamos, ni siquiera en Navidad, debería saberlo.
—Siéntese por favor, ¿le apetece algo?
—Un sol y sombra sin hielo estaría bien—responde la censura. Una vez sentada, comienza a sacar de su maletín numerosos folios que extiende sobre la mesa con gesto adusto.—Muy bien, así que es usted Berlanga, ¿eh?, ya tenía yo ganas de conocerle en persona, que sepa usted que no voy a pasarle ni una, aquí no nos chupamos el dedo, ¿qué se cree?, ¿que no me di cuenta de su crítica encubierta al Régimen en Bienvenido Mister Marsal?, tiene suerte de que yo no estuviera en el cuerpo entonces.
—Perdone, pero es Marshall, con h y dos eles—contesta Berlanga apoyando con cuidado el sol y sombra en la mesa.
—¿De qué coño habla usted?, esto es una conversación privada, ¡qué más da!, nadie va a transcribirlo.
—Claro, que tontería, discúlpeme.
—En fin, cuénteme los detalles de ese aborto que está pergeñando, estoy como loco por estrenar mis tijeras nuevas.
—Puessss—Don Luis se rasca un poco la barbilla, meditabundo, por fin continúa—No tiene nada que temer, ya he madurado, nada de mensajes ocultos, nada de sutil ironía, en esta película hablo sobre la Navidad, precisamente.
La censura parece sorprendida.
—No me diga, vaya sorpresa, y cuente cuente, ¿habla usted sobre la caridad cristiana?, ¿sobre dar de comer al hambriento?, ¿sobre el espíritu navideño?
—Ahí me ha dao, pues sí, precisamente la trama gira en torno a una cabalgata benéfica a favor de los pobres. Verá, la gente de más dinero invita a cenar en Nochebuena a los más necesitados.
La censura empieza a cambiar su rostro serio por uno de complicidad.
—Eso me gusta, muy bien hecho, gente de clase alta demostrando su generosidad sin límites para esos muertos de hambre, supongo que la nobleza será tratada en la película como se merece su rango y condición.
—Tendrán lo que merecen, exacto.
—Perfecto, eso me gusta, ¿qué más?
—Bueno, el protagonista es un humilde padre de familia que gracias a la ayuda desinteresada de unos diversos personajes conseguirá que no le protesten una letra de cambio.
—¡¡Bravo!!, afán de superación, ayuda generosa del prójimo, un abnegado padre de familia como protagonista, me encanta, así se hace cine español del de verdad, me está usted sorprendiendo, no lo niego. ¿Y cuáles son esos diversos personajes?
—Pues gente que se dedica en la película a ayudar al protagonista, que si un banquero, que si un notario, que si los empleados del notario, que si un organizador del festejo, que si una marquesa, en fin...
—Y todos entregados a la ayuda al prójimo, me encanta, igualito que en Qué bello es vivir, ¿la ha visto?, ¡ah!, ese Capra es un genio, no hay manera de meter la tijera por ningún lado.
—Pues sí, viene a ser más o menos Qué bello es vivir, pero a la española.
—¿Y hay alguna historia de amor?, ya sabe que eso siempre tiene tirón.
—Pues sí, hay incluso una boda, pero la verdad es que no duran mucho de casados.
—¿Se separan?, eso es inadmisible.
—No, no, qué va, él se muere.
—¡Ah!, eso está mejor, mucho mejor.
—Me alegro que se alegre.
—Pues no se hable más, tiene usted mis bendiciones, amigo Luis, y espero poder presenciar en vivo algún día de rodaje.
—¡¡Cómo no, por Dios!!, eso está hecho, y hablando de todo un poco, verá, tengo un guión sobre la guerra civil en tono de comedia que no hay manera de que no me lo echen para atrás, verá, resulta que hay una vaquilla en la zona nacional...
—¿Cómo?, ¿en tono de comedia?, para eso señor mío tendrá que esperar algunos años, me temo mucho que mientras siga el Régimen...
—Sí claro, así estamos de delgados—murmura Don Luis.
—¿Cómo dice usted?
—No, nada.
Al fin la censura recoge sus folios, se levanta de la silla y juntos caminan hacia la puerta. Antes de marcharse sentencia:
—Venía aquí a condenar a un hereje y en su lugar he encontrado al redentor, ¡¡¡una película navideña, como Qué bello es vivir!!! me ha emocionado usted, ¡¡a mis brazos Don Luis!!

Ambos se funden en un abrazo y Don Luis puede notar a través de la tela de la chaqueta de la censura el frío acero de la tijera que descansa dentro del bolsillo de su camisa. Se estremece.

Finalmente la censura interrumpe el largo abrazo y con una enorme sonrisa sale caminando hasta perderse entre la multitud que continúa cantando villancicos.

Un reloj suena, son las doce de la noche.

Berlanga entonces resopla aliviado y sonríe, con una pícara sonrisa aún más enorme que la de la censura.

Luego da media vuelta y entra en casa, aún hay mucho que hacer.

Y que esconder…
triforme
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