Con el cartel de ser una de las mejores películas del 2014, ganadora del Premio del Jurado en Cannes y nominada a Mejor Película Extranjera en los Globos de Oro, en los Independent Spirit Awards, en los Premios Satélite, y a punto de conformar la selección oficial de los próximos Premios Oscar en la misma categoría, se presenta “Force Majeure” (“Fuerza Mayor” en español, “Turist” en los EEUU), película sueca del aclamado director Ruben Östlund (“De Ofrivilliga”, “Play”) que consagra su carrera con esta película de tintes dramáticos y realización casi perfecta, la que también guioniza.

Una escena simple, sin gran complejidad técnica, pero muy decidora: cámara fija en un plano abierto. Segundo día de vacaciones. Una avalancha controlada de nieve, que no alcanza su máxima plenitud, se sale de control y cubre violentamente de espeso polvo blanco una terraza de un restaurant en pleno centro de sky resort. Caos total. Ebba (Lisa Loven Kongsli) sólo responde a su instinto natural y protege a sus dos pequeños hijos, Harry (Vincent Wettergren) y Vera (Clara Wettergren). Tomas (Johannes Bah Kuhnke), el padre, agarra su teléfono móvil y sólo corre, lejos del peligro, lejos de su familia. Todo vuelve a la normalidad. Tomas regresa a la mesa y todos continúan comiendo juntos, en silencio. Pero Ebba, a pesar del shock, sabe que algo no anda bien, y el impacto de ver a su esposo correr por su vida, marcará un antes y un después en la relación.

Así, somos testigos durante 118 minutos de un drama familiar que va creciendo a medida que avanza el metraje. La pareja comienza a vivir un tormento, en silencio por parte de Ebba y mediante la negación de lo sucedido por parte de Tomas. Es quizás ese hecho el que a Ebba le quita el sueño, la incapacidad de su hombre de no ser capaz siquiera de reconocer su error. Pero no es tan fácil. Su incomprensible reacción ante el peligro vivido sólo responde a su forma, a sus defectos, al abandono de sus actos que, aparentemente, resumen su vida y responden a una personalidad oculta que ni su esposa ha sido capaz de descubrir. Los niños sufren y temen que sus padres se separen.

La frialdad en la que se sumerge la relación convive en un cuadro fotográfico imponente, entre cumbres nevadas, horas de silencio en el hotel, incómodas compañías y nuevos amigos que se convierten en espectadores secundarios (y que nos representan como espectador en la película, preguntando lo obvio y aconsejando a la pareja) de un problema que crece como una bola de nieve y no termina por reventar. Todo funciona en “Force Majeure”. La música orquestada y el elegante humor negro europeo siempre se han llevado bien, y acá, mejor que nunca.

La noruega Lisa Loven Kongsli y Johannes Bah Kuhnke resultan un acierto encarnando a Ebba y a Tomas respectivamente, la primera como una mujer joven, pero segura y empoderada; y el segundo vulnerable e incapaz de dominar su propia vida, haciendo evolucionar a su personaje de manera torrencial, consiguiendo juntos, escenas memorables que trascienden mucho más allá de la pantalla. La maravillosa fotografía de Fredrik Wenzel y Fred Arne Wergeland danza con el trabajo de edición y mezcla de sonido, tanto con las sorpresivas irrupciones de música clásica como con el detalle íntimo de sonidos rutinarios de botas, cierres y chaquetas para la nieve, que nos sitúan en el mismo lugar junto a los protagonistas.

Una película alejada de cualquier machismo y naturalmente cercana a lo primitivo del ser, con los aciertos, errores y desesperaciones de una persona a la que nunca le enseñaron a ser padre y, más aún, a ser hombre.


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