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Voto de Ghibliano:
6
7 de noviembre de 2010
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hola filmaffiniteros, me llamo abcdefgh y no tengo ni puta idea de cine.
No sé qué es exactamente un giallo, apenas había oído la palabra antes de meterme a ciegas con esta película, y después de verla he acabado con más dudas aún si cabe sobre su significado. No sé captar las metáforas al vuelo, no sé elaborar teorías, y cuando de analizar abstracciones visuales y surrealismos oníricos se trata, siempre noto que se me escapa la información.
No, no he entendido el argumento de Amer (o más exactamente, la conexión entre sus capítulos). Por eso me alivia leer el consenso entre críticas que apunta en la dirección contraria; que en la obra no hay nada -a grandes rasgos- que entender, que la historia, si la hay, se subordina a la estética y sólo queda sumergirse en el cóctel de sensaciones que se propone a través del juego de luces, encuadres y sonido.
Porque es precisamente de eso de lo que voy a hablar.
Aclaro: no me molesta que se experimente. En absoluto. Tampoco estoy aquí para hablar de qué es cine y qué no, eso se lo dejo a los expertos. Pero sí puedo relatar lo que he sentido ante las escenas que me ha regalado Amer. Y, lamentándolo mucho, la experiencia no me ha seducido del todo.
Lo realmente decepcionante de esta película es que pretende ser un ejercicio visual intenso e hipnótico, y no lo logra porque no deja de encadenar escenas muy conseguidas con filigranas y detalles que no me dicen nada. Funciona a medias, de escena a escena, y no como un todo. Así, mientras en determinados momentos me quedo mirando alucinado, sin poder apartar la vista de la pantalla e inundado por la sensación de opresión, la sensualidad o el dolor, en otros me encuentro analizando en frío, mirando las lucecitas y los planos sin sentir nada. En otras palabras, siendo tal vez demasiado consciente de que los directores están jugando con la cámara y experimentando con toda esa serie de recursos que tienen a su disposición, sin que la creación me conduzca, por sí sola, a ninguna parte.
No sé qué es exactamente un giallo, apenas había oído la palabra antes de meterme a ciegas con esta película, y después de verla he acabado con más dudas aún si cabe sobre su significado. No sé captar las metáforas al vuelo, no sé elaborar teorías, y cuando de analizar abstracciones visuales y surrealismos oníricos se trata, siempre noto que se me escapa la información.
No, no he entendido el argumento de Amer (o más exactamente, la conexión entre sus capítulos). Por eso me alivia leer el consenso entre críticas que apunta en la dirección contraria; que en la obra no hay nada -a grandes rasgos- que entender, que la historia, si la hay, se subordina a la estética y sólo queda sumergirse en el cóctel de sensaciones que se propone a través del juego de luces, encuadres y sonido.
Porque es precisamente de eso de lo que voy a hablar.
Aclaro: no me molesta que se experimente. En absoluto. Tampoco estoy aquí para hablar de qué es cine y qué no, eso se lo dejo a los expertos. Pero sí puedo relatar lo que he sentido ante las escenas que me ha regalado Amer. Y, lamentándolo mucho, la experiencia no me ha seducido del todo.
Lo realmente decepcionante de esta película es que pretende ser un ejercicio visual intenso e hipnótico, y no lo logra porque no deja de encadenar escenas muy conseguidas con filigranas y detalles que no me dicen nada. Funciona a medias, de escena a escena, y no como un todo. Así, mientras en determinados momentos me quedo mirando alucinado, sin poder apartar la vista de la pantalla e inundado por la sensación de opresión, la sensualidad o el dolor, en otros me encuentro analizando en frío, mirando las lucecitas y los planos sin sentir nada. En otras palabras, siendo tal vez demasiado consciente de que los directores están jugando con la cámara y experimentando con toda esa serie de recursos que tienen a su disposición, sin que la creación me conduzca, por sí sola, a ninguna parte.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El primer tramo, por ejemplo, me parece logradísimo y crea una atmósfera efectiva en su mayor parte, con sólo alguna secuencia intercalada (el juego de luces durante una escena sexual) de la que entiendo la intención pero no consigo meterme en su línea. En el segundo, sin embargo, prácticamente todo me parece anodino e insufriblemente lento, no me despierta ninguna sensación, y los insectos, los vestidos rasgados, los planos de entrepierna y la acción borrosa y convulsa me aburren. Finalmente, el último tercio vuelve a subir bastante el listón, aunque sin llegar ni de lejos al nivel de regularidad que se alcanza en la primera parte.
Por supuesto, esto es un tema completamente subjetivo. Las sensaciones son distintas de una persona a otra, y habrá quien se vea envuelto en un halo de erotismo casi mágico donde yo veo sólo la intención de evocarlo. Y al revés, tal vez el dolor físico de unos navajazos que prácticamente noto en mis carnes sea para otro un mero recurso estético que no le implica emocionalmente.
Como ya se ha apuntado, en Amer y en toda la sucesión de imágenes que conlleva no tienen cabida las medias tintas. O fascina o no fascina. Es un ejercicio arriesgado, de consecuencias tan impredecibles que se me hace imposible decidir si debo recomendarlo o no y a quién. Que cada uno haga la prueba.
Por supuesto, esto es un tema completamente subjetivo. Las sensaciones son distintas de una persona a otra, y habrá quien se vea envuelto en un halo de erotismo casi mágico donde yo veo sólo la intención de evocarlo. Y al revés, tal vez el dolor físico de unos navajazos que prácticamente noto en mis carnes sea para otro un mero recurso estético que no le implica emocionalmente.
Como ya se ha apuntado, en Amer y en toda la sucesión de imágenes que conlleva no tienen cabida las medias tintas. O fascina o no fascina. Es un ejercicio arriesgado, de consecuencias tan impredecibles que se me hace imposible decidir si debo recomendarlo o no y a quién. Que cada uno haga la prueba.