Una vez vista esta peli me he quedado con una sensación agridulce, por una parte tiene elementos ciertamente diferentes, podríamos decir, incluso, talentosos, pero por otro lado está lastrada de demasiadas imperfecciones.
Visión general: producto Apatow, tipo al que, al menos, hay que reconocerle que ha dado cierta "destontificación" al género de la comedia ligera americana; aquí se nos cuenta la historia de un hombre al que deja su chica tras una relación larga, y el consabido efecto de acción-reacción, el tío no sabe si quiere volver con la novia o pasar página y seguir con su vida. Para ello, decide viajar a Hawaii, sitio hortera por excelencia, donde una de esas putadillas del destino hace que coincida allí con su ex.
Lo bueno: el protagonista, interpretando su propio guión, provoca cierta empatía sobre el espectador masculino: ¿a quién no le han dejado alguna vez y a consecuencia de ello ha lloriqueado, se ha arrastrado y hecho múltiples tonterías? Jason Segel, en el papel de Peter, está notable, dotando a su personaje de matices que evitan que caiga en el típico rol plano que aqueja a la mayoría de producciones semejantes; Sarah Marshall, la novia, interpretada por Kristen Bell, está retratada de una manera mucho más ácida: es manipuladora, posesiva, falsa y demás "virtudes" con que el espejo de nuestra subjetividad adorna habitualmente a la cabrona que nos ha dejado. Pero lo que más me ha llamado la atención es el interés que se han tomado en mostrarnos a unos secundarios potencialmente importantes en el desarrollo sentimental de la pareja protagonista: por parte de la chica, su nuevo entretenimiento sexual, el rockero Aldous Snow, que viene a constatar que donde hay fuego quedan cenizas, y, por el lado del sufridor abandonado, su hermanastro, ese Pepito Grillo de vida sentimental perfecta que nos ayuda y nos da empujones cuando el amor nos da palos gordos. Luego, la luz a través de las tinieblas, personificada en la bellísima Rachel; además, hay una serie de personajes en el hotel, más o menos prescindibles, pero graciosillos, y un buen puñado de situaciones bastante divertidas y no demasiado escatológicas, lo que es de agradecer.
Lo malo: malísimo el montaje, demencial, de los peores que he visto; tampoco es acertado el metraje, casi dos horas, excesivas para rematar lo que se nos cuenta, lo que hace perder interés en el tercio final de la peli. Por otro lado el ritmo es demasiado oscilante: a veces hay un desenfreno total, gags casi de comedia de sketches, y en otras todo va muy lento, cayendo en exceso en el sentimentalismo más vulgar.
En resumen, un entretenimiento aceptable, sin pretensiones, que arranca un par de sonrisas.