Montaje formidable y tensión hasta el final. Un acercamiento a la cultura japonesa del período Edo.

Cruda en sus imágenes, no hay exhibición empero gratuita de la violencia. Atrapa desde el primer instante. Obvio, debe gustarle el mundo oriental de la época. Si no, para usted será una película aburrida y vista ya, pues el planteamiento entre el bien y el mal emerge desde el comienzo y le obliga a tomar partido.

Las escenas de lucha son soberbias, apasionantes. Más de una vez se verá usted haciendo movimientos repentinos en consonancia con el ir y venir de las katanas. Pero usted ya habrá tomado partido por unos u otros, mucho antes.

De fondo plantea un provocador pulso ético entre la lealtad y la justicia; obediencia ciega por honor contra el honor de la desobediencia en aras de la libertad.

Note el 'seppuku' ceremonial. Es improbable no reflexionar sobre qué inducía al samurái a terminar así. Sin pestañear. Sin aire de duda. Es imposible no agradecer los primeros planos de sus rostros porque así, nos acercamos a un momento decisivo de la ética del samurái. Es muy difícil no sentir simpatía por ellos y admirar tamaña definición del honor.

Excelente metraje sin más.

Usted agradecerá al director, haber planteado una película de la que usted no se pudo despegar, aún a sabiendas de que usted intuirá el final. El mérito es ese.

Para quien denosta ver una película ya hecha, le tranquilizará tener presente que 'bajo el Sol, no hay nada nuevo'