El malo, Robert Prosky, dentro de lo repulsivo que resulta, es un dechado de elegancia y modales. Por otro lado, ¡qué forma de morir más realista y sentida!, en pocas películas se recrea una muerte por disparo con tanto esmero.

También es buena escena en la que Caan conquista a Weld, gran monólogo y actuación.

Los fallos (o mejor dicho, leves incongruencias), podrían ser consideradas como tales las siguientes:

- Cuando la policía quería su cacho de pastel, ¿no le podría haber apretado un poco más fuerte a Caan?

- ¿Era necesario quemar todas sus posesiones al final y echar de esa forma a su mujer? Ahora, que ha acabado con todos, ¿qué hará?, ¿adónde irá?

- Me llama la atención la facilidad con la que estos tipos suben a las azoteas de los rascacielos, ¿tan fácil es? ¿Van con helicópteros o los escalan tipo 'Misión imposible'? Porque si es desde dentro, no me imagino que dejen pasar a cualquiera. Serían otros tiempos...

- Esto de que los bares tengan teléfono a disposición de cualquiera que entre por la puerta es una mentira demasiado cruel. Una vez, hace poco, se me rompió el móvil y emulando lo que había visto en tantas películas, entré a un bar preguntando si tenían teléfono (aclarando que era para hacer una llamada a mi jefe para que me recogiera de donde me encontraba) y me mandaron a tomar por culo.