Esta historia me ha despertado un interés tan bárbaro, que me he leído el libro de Elisabeth Sanxay Holding, «La pared vacía», en la que se basa. A decir verdad, no hay grandes diferencias, y añado que por desgracia. Porque tiene un potencial tremendo y compone una de las grandes fantasías femeninas: el apuesto y misterioso desconocido que irrumpe en tu vida y se enamora perdidamente de ti. Una fantasía por sí misma no basta, sino que hay que saber plantearla y darle forma para que realmente triunfe, y esta se queda a medias.

Sea como sea, la película no me hacía ni fu ni fa hasta que aparece James Mason, que no recordaba que estaba entre el reparto, como matón chantajista de un peligroso mafioso. «Almas desnudas» ya no me importó tanto como este personaje, ese del que la sinopsis de la novela lo describe con «una extraña mezcla de ternura y violencia» pero que sin embargo es más tierno que violento. El señor Donelly cinematográfico tiene algo muy atractivo y hay que decir que respeta bastante el literario.

Aun con todo, la película cuenta con un grave inconveniente: el personaje y su historia, individual y con Lucía, están poco desarrollados, peca de falta de credibilidad. Demasiada blandura en cuestión de horas. Eso le resta encanto a él y a la historia.

Sin embargo, «Almas desnudas» entretiene con su toque romántico y melodramático. Por cierto, y una vez más: ante la adversidad, haz lo correcto.