No recordaba que esta segunda entrega de Jurassic World la dirigiera J.A. Bayona. Al terminar de verla y encontrarme con los títulos de créditos todo ha cobrado un gran sentido. Porque siguiendo la línea de este director, la película es una soberana mediocridad.

Como suele ocurrir, no todo es culpa del director, en absoluto, que aquí pringan todos y cada uno de los encargados de «El reino caído», hasta los actores. Chris Pratt, por ejemplo, es un mueble. No sé si por falta de talento, por encontrarse encasillado o porque a fin de cuentas la película le importaba un pimiento, está totalmente fuera de lugar, se le ve en la cara que ni siente ni padece. Bryce Dallas Howard hace esfuerzos por parecer interesada pero el guion no la ayuda. Luego hay una niña, un negro y una latina para cumplir la cuota racial y de inclusión que rompan con los estereotipos de género y reafirmen el empoderamiento femenino. Esta idea se completa con el hombre blanco heterosexual de turno que sabes que es el malo porque es hombre blanco heterosexual, con lo cual no hay ninguna sorpresa ni ningún misterio.

Todo esto sería soportable si al menos la historia fuese buena y nos regalara un gran entretenimiento, pero está claro que el concepto de entretenimiento ha cambiado a peor o es que yo soy muy rarita. Vamos a ver: tienes una isla llena de dinosaurios y un grupo de débiles humanos... ¡y los buenos son los dinosaurios! ¿Puedo decir alto y claro que esto es una caca? Los protagonistas no se tienen que enfrentar a un peligro superior, a lo primitivo y salvaje, sino a... unos humanos malos que maltratan a los dinosaurios... Pero, por favor, si es que lo escribo y me parece todavía más ridículo. También hay un dinosaurio nuevo que creará un poquillo de peligro pero que en realidad está para que se coma a los hombres malos. Por favor...

Chorrada de las grandes.