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Voto de Marty Maher:
3
Intriga. Drama Una gran empresa multinacional se ve sacudida por el suicidio de tres de sus empleados. Sofía Cuevas (Maribel Verdú), alto cargo de la compañía, es la encargada de realizar un informe interno para esclarecer los hechos. A traves de sus entrevistas con los empleados irá descubriendo abusos de poder, mentiras y la existencia de un ambiente laboral enfermizo. (FILMAFFINITY)
24 de abril de 2016
25 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mayoría de óperas primas, por interesantes que sean, acaban sufriendo problemas de muy diversa índole. El primer paso para crecer y madurar como director es errar, eso lo deberíamos tener todos claro. Llegar y besar el santo se ha hecho muy pocas veces, además de no haber sido siempre sinónimo de éxito. David Cánovas demuestra tener cierto talento (con el paso del tiempo habrá que cuantificarlo) tras las cámaras, algo que no se puede decir que abunde en una industria en la que cada vez importan menos las capacidades. Y eso es lo que verdaderamente importa en un primer largometraje, más allá del análisis que pueda realizarse de la cinta, el cual no deberá ser más o menos benévolo según la experiencia que tenga el director. En este texto hablaré sobre La punta del iceberg, la ópera prima del director canario, que competirá en la Sección Oficial de la decimonovena edición del Festival de Málaga.

La punta del iceberg es la adaptación de la obra de teatro homónima creada por Antonio Tabares. En ella, una empresa multinacional se ve sacudida por el suicidio de tres de sus empleados en apenas cinco meses. Sofía Cuevas (Maribel Verdú), alto cargo de la compañía, es enviada desde la sede central a aquélla en la que han tenido lugar dichos incidentes para elaborar un informe interno que pueda explicar las causas de tamaño problema y sus soluciones. Sofía, a su encuentro con los variopintos trabajadores de la empresa, irá descubriendo un ambiente cargado de presión, con un jefe cuyo plan empresarial no tiene la menor consideración por la vida personal de sus empleados, pues concede prioridad absoluta a los resultados. Con la ayuda de los empleados más vulnerables, irá recomponiendo poco a poco la situación personal de cada uno de los suicidas, lo que hará que se cuestione incluso su propia actitud y ética laboral.

La punta del iceberg es un (interesante) estudio sobre las relaciones humanas en un entorno laboral competitivo y hostil. El problema es que, una vez se ha entrado en materia y se han puesto de forma más que honesta las cartas sobre la mesa, el maniqueísmo se apodera de la película y comienza a destruirla paulatinamente. Así, se empiezan a ver las costuras de lo que hasta entonces se mostraba como un guion sólido y notable en la construcción de personajes. Este thriller dramático funciona mejor cuanto más alejado está del pasado de sus secundarios y del drama interior de su protagonista. Desgraciadamente, ambos elementos acaban conectando, y es en ese preciso instante, bastante cercano a la conclusión, cuando los cimientos del filme se tambalean por culpa de una manipulación que, lejos de subrayar, resta fuerza a unos hechos y situaciones que no necesitaban filtros de ningún tipo. En el resto de aspectos es un debut cercano al notable, pues incluso algunas decisiones incomprensibles de guion -como esas escenas explícitas de los instantes anteriores a los respectivos suicidios- son salvadas por una ejecución de nivel en las escenas menos teatrales y más poéticas de la película.

Ahora hablemos de lo bueno, que no es precisamente poco. Como ya he dicho, sólo un par de escenas aisladas rompen con la puesta en escena teatral del filme, resuelta a las mil maravillas gracias a un reparto colosal. Si el guion me parece bastante flojo en general, es igual de justo destacar el cinismo de unos finísimos diálogos a la altura de sus emisores y receptores. Brillan desde Maribel Verdú -como casi siempre- en el papel protagonista, hasta Bárbara Goenaga en el personaje menos agradecido de todos. Pero el que se lleva la palma no es otro que Carmelo Gómez, uno de los mejores actores en activo de nuestro país y el robaescenas de la película. Ni siquiera en los momentos menos inspirados del filme disminuyen sus prestaciones -las de todo el reparto-, sin duda el mayor activo de cuantos dispone Cánovas.

El thriller de David Cánovas es más que correcto y mantiene la tensión en todo momento sin necesidad de recurrir a los puntos de giro como sustento narrativo. Sin embargo, sus evidentes tics maniqueístas hacen de lo que podía haber sido entre bueno y notable algo simplemente interesante. Pero la entidad de lo que se nos está contando es tal que ni siquiera las acciones más deshonestas podrían emborronar por completo el fondo y mensaje de esta ópera prima. El capitalismo es feroz y despiadado; el maniqueísmo, contraproducente.
Marty Maher
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