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Voto de Grandine:
18.945
Comedia
En el instituto John Hughes los chicos son como los de cualquier película americana de adolescentes. Jake le apuesta a Austin que es capaz de transformar a Janey, la fea oficial, en la reina del baile de fin de curso. Pero dos maquiavélicas chicas intentarán que Jake pierda la apuesta: su hermana Catherine y Priscilla, la jefa de las animadoras. (FILMAFFINITY)
6 de marzo de 2009
16 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Michael G. Bender compró una pluma para escribir el guión.
Adam Jay Epstein le comentó que no, que esa mierda estaba pasada de moda, y que ahora se escribía con teclado, así que cogió la máquina de escribir.
Andrew Jacobson le vió tecleando, y le lanzó un sonoro berrido "¿Pero como puedes estar usando esa máquina del Pleistoceno?", y lo largó del lugar, retomando su tarea desde un ordenador.
Phil Beauman, al verle, y observar que el teclado iba algo duro, decidió engrasarlo echándole aceite y pasó lo que tuvo que pasar. A la mierda con el teclado.
Buddy Johnson, ante la imposibilidad de escribir nada, los largó a los cuatro a patadas, echó unas cuantas hojas de guiones de la Columbine a la jaula del hamster, y esperó al día siguiente.
Al amanecer, Buddy ya tenía su guión: un popurrí de hojas trituradas de las que, inteligentemente, el hamster había dejado intactas las más legibles. Las que no le hicieron regurgitar, vamos. Y así surgió esto.
No es otra estúpida película americana, no: normalmente las paren entre uno o dos anormales, aquí necesitaron a cinco, y aun les sobró tiempo para invitar a Chris Evans para que hiciese el paripé. Grande, muy grande.
Adam Jay Epstein le comentó que no, que esa mierda estaba pasada de moda, y que ahora se escribía con teclado, así que cogió la máquina de escribir.
Andrew Jacobson le vió tecleando, y le lanzó un sonoro berrido "¿Pero como puedes estar usando esa máquina del Pleistoceno?", y lo largó del lugar, retomando su tarea desde un ordenador.
Phil Beauman, al verle, y observar que el teclado iba algo duro, decidió engrasarlo echándole aceite y pasó lo que tuvo que pasar. A la mierda con el teclado.
Buddy Johnson, ante la imposibilidad de escribir nada, los largó a los cuatro a patadas, echó unas cuantas hojas de guiones de la Columbine a la jaula del hamster, y esperó al día siguiente.
Al amanecer, Buddy ya tenía su guión: un popurrí de hojas trituradas de las que, inteligentemente, el hamster había dejado intactas las más legibles. Las que no le hicieron regurgitar, vamos. Y así surgió esto.
No es otra estúpida película americana, no: normalmente las paren entre uno o dos anormales, aquí necesitaron a cinco, y aun les sobró tiempo para invitar a Chris Evans para que hiciese el paripé. Grande, muy grande.
