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España España · Zaragoza
Voto de el chulucu:
8
Comedia El comendador Carloni ha de recoger el vestido de la primera comunión de su hija. Cuando lo pierde accidentalmente, hará todo lo posible para recuperarlo, viéndose inmerso en un montón de extrañas aventuras relacionadas con todo tipo de personajes (un taxista, un policía, la misma vecina de su casa). (FILMAFFINITY)
11 de abril de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso. Parece que esta película carezca de importancia. Una más entre tantas y tantas olvidadas; como si no hubiera en ella nada digno de relevancia. Craso error. En "Una hora en su vida" de Alessandro Blasetti cada detalle cuenta. Y hay muchos. El denostado director italiano lanza andanadas a diestro y sinestro. Es una mirada, un llanto, un gesto. No hay personaje sin importancia. La cinta necesita de más de un visionado para captar toda su esencia. Sin duda, ésta se desparrama vaporosa, críptica y trepidante en cada secuencia magistralmente dirigida.

Aldo Fabrizi es un fuera de serie y carga con el peso de la historia. Borda un personaje nervioso, egoísta, impulsivo, dictatorial y serio. Es un tipo serio y amargado que, curiosamente, hace reír al espectador. Sus actos son cómicos por ridículos pero, sus intenciones, deplorables. El discurso que espeta a su mujer casi al final de la cinta es vomitivo. Es en dicha secuencia cuando el espectador casi se arrepiente de todo lo que se había reído anteriormente. Incluso, a veces, Carlo nos daba pena. Ahora ya no. Se ha quitado la careta y nos ha recordado a un animal. El 'cerdo' con el que se adjetiva es un eufemismo de lo que realmente se merece.

Pero es hora de hablar de los detalles, de las pinceladas geniales del artista Blasetti, de su magnético poder para hechizar al espectador. Zarandeados por un ritmo frenético no nos queda otro remedio que el de no bajar la guardia y prestar atención a la información que se trasluce en ciertas miradas (la lasciva de Carlo a su criada, la bondadosa de la tejedora, la afilada de la hija de ésta, las dulces y luminosas de las niñas en sus reclinatorios, la de la vecina guapa desde lo alto de la escalera). No debemos tampoco ignorar que sólo uno de los sueños de Carlo plantea una situación de humildad y de camaradería. El resto ya se sabe: yo, yo y yo. Por último, el mago Blasetti, bajo esa pátina de humor trepidante, nos muestra el DOLOR provocado a causa de un egoísmo brutal. El daño a su esposa es irreparable. Y no la engaña. Tampoco a la hija de la tejedora que, en un duelo de miradas al estilo del más sórdido western, deja claro al orondo comerciante que ella ni perdona ni olvida.
el chulucu
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