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Voto de el chulucu:
7
6,5
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Cine negro. Drama. Romance
Chris Hale, un jugador sin escrúpulos, llega a un pequeño pueblo en el que supuestamente vivió cuando era niño. Pronto consigue encandilar a los vecinos, y utiliza su encanto personal para seducir a Elaine Corelli, una rica heredera postrada en una silla de ruedas, tras un accidente. Aunque intenta enderezar su vida, Chris tendrá que resolver asuntos turbios del pasado. (FILMAFFINITY)
8 de diciembre de 2011
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un forastero con un misterioso pasado llega a un pequeño pueblo. Comienza a ganarse a sus vecinos y, además, enamorará a una rica heredera.
El gran éxito de esta película, además de su correcto guión y unos diálogos rápidos y certeros propios de una novela de Raymond Chandler, radica en su sencillez. Pero ¡ojo! sencillo es también coser y bordar y, sin embargo, preferimos comprar el mantel en Galerías Pérez que hacerlo nosotros a mano. Así que, Stevenson crea las atmósferas adecuadas y, a pesar de una actuación discreta de la pareja protagonista, consigue engancharnos a la historia y, más que eso, consigue nuestra admiración plena por un trabajo de 80 minutos en el que nada falta ni sobra, con los detalles justos y con un cadencioso ritmo que va colocando las cosas en su sitio y éstas suceden cuando tienen que suceder.
Por lo tanto, quitémonos el sombrero ante Stevenson, sí ese que hemos comprado en Galerías Pérez, y reconozcámosle el talento, la creatividad y el esfuerzo, admirando el hermoso mantel que ha bordado y que ahora nos pone delante de nuestras narices.
El gran éxito de esta película, además de su correcto guión y unos diálogos rápidos y certeros propios de una novela de Raymond Chandler, radica en su sencillez. Pero ¡ojo! sencillo es también coser y bordar y, sin embargo, preferimos comprar el mantel en Galerías Pérez que hacerlo nosotros a mano. Así que, Stevenson crea las atmósferas adecuadas y, a pesar de una actuación discreta de la pareja protagonista, consigue engancharnos a la historia y, más que eso, consigue nuestra admiración plena por un trabajo de 80 minutos en el que nada falta ni sobra, con los detalles justos y con un cadencioso ritmo que va colocando las cosas en su sitio y éstas suceden cuando tienen que suceder.
Por lo tanto, quitémonos el sombrero ante Stevenson, sí ese que hemos comprado en Galerías Pérez, y reconozcámosle el talento, la creatividad y el esfuerzo, admirando el hermoso mantel que ha bordado y que ahora nos pone delante de nuestras narices.