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Voto de ThrashJazzAssassin:
1
7,4
2.367
Documental Las organizaciones ecologistas más importantes a nivel mundial están fracasando al encarar la fuerza destructiva más grande a la que se enfrenta hoy nuestro planeta. El documental sigue el estremecedor viaje, no exento de humor, de un esperanzado ecologista en su atrevida búsqueda de una auténtica solución para los problemas medioambientales más urgentes y del verdadero camino a la sostenibilidad. (FILMAFFINITY)
2 de octubre de 2015
94 de 169 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué habitual es valorar o puntuar un documental no por su calidad, sino en función de lo mucho o poco que comparta el espectador el punto de vista que en él se sostiene. Es natural que exista un sesgo de este tipo y que la afinidad ideológica no pueda eliminarse jamás por completo. Ahora bien, un documental es, como su definición indica, una obra en la que se prueba la verdad o falsedad de algo con documentos, y cuyo fin es instruir e informar sobre un determinado asunto. Por tanto, la calidad de una obra de este tipo –dejando de lado méritos estéticos- está determinada por la fiabilidad de los datos y pruebas que se aporten para sostener su tesis, así como por la honestidad del autor a la hora de informar y no ocultar al espectador los puntos de vista discrepantes. ¿Cumple “Cowspiracy” estas condiciones?

1. La tesis de la película es que la ganadería no es rentable, y para demostrarlo menciona una y otra vez cuántos kilos de alimento obtenemos los humanos de cada animal. Es decir, se omite deliberadamente que las reses no sirven SÓLO para comer, sino que de ellas extraemos decenas de productos diferentes, desde productos textiles a medicinas, combustibles, plásticos, cosméticos, etc. Esto se estudia en 1º de Ciencias Naturales. ¿Es rentable el coste de la ganadería frente a sus beneficios? Tal vez sí, tal vez no, pero es imposible saberlo cuando nos toman por tontos y pretenden reducir una vaca a un mero montón de carne para hamburguesas.

2. ¿A quién se entrevista en “Cowspiracy”? A tres tipos de personas: trabajadores de organizaciones ecologistas, ganaderos y militantes veganos. No desdeño el valor de algunos testimonios, pero a cualquiera deberían saltarle todas las alarmas cuando no figura un solo científico sin intereses en ninguno de los tres campos; jamás se nos presenta a alguien imparcial, sino a una serie de personas cuyo propósito es casi siempre arrimar el ascua a su sardina, una peli de vaqueros con buenos muy buenos y malos muy malos.

3. “Cowspiracy” empieza mostrando datos y razones meramente científicas, pero en su recta final sólo apela a nuestros sentimientos. Si el planteamiento es que la ganadería es científicamente insostenible, están de más las imágenes de sacrificios de animales o el contenido moralizante mediante el que se nos explica que el veganismo es éticamente deseable. No se me malinterprete: considero lícito usar esos materiales en otro tipo de documental (véase "La sangre de las bestias", de Franju), pero es deshonesto introducirlos de tapadillo en una obra que se presenta como un alegato racional, pero que termina recurriendo a la lágrima fácil para nublar nuestro juicio.

4. Un buen documental es aquel que presenta una serie de datos y estudios, y permite que el espectador saque sus propias conclusiones. Es legítimo que en él se planteen soluciones al problema abordado, pero no lo es presentar una sola, precisamente aquella que coincide con la filosofía vital de su autor. Plantear un escenario apocalíptico para, a renglón seguido, afirmar que sólo cabe dejar de comer carne y lácteos, es jugar sucio. Si lo que se busca es defender un modo de vida (vegano), nada tengo que objetar, pero es algo que debe advertirse desde el principio. Además, tengamos presente que el pifostio ecológico y humano del que “Cowspiracy” nos alerta no es nuevo: Malthus predijo hace más de dos siglos que nuestra producción de alimentos y bienes jamás crecería a la misma velocidad que la demografía, y que en un breve plazo el mundo se hundiría en la miseria. Por supuesto, sabemos que tal cosa no ocurrió, y que los avances tecnológicos en la agricultura y la ganadería fueron la causa –y no la reducción o supresión del consumo de determinados alimentos.

5. Animo a que el espectador busque informes de fuentes fiables y contraste las afirmaciones que se hacen en la película. En ella hay datos manipulados –no todos, desde luego-, y siempre se escoge la fuente que mejor favorece las opiniones del autor. Por ejemplo, la afirmación de que la mitad de la superficie del planeta está dedicada a la ganadería es falsa, y la tesis del doctor vegano sobre los peligros de la leche, anficientífica.

¿Hay algo aprovechable en la película? Por supuesto: la ganadería tiene muchos aspectos negativos que merecen ser analizados, pero de forma rigurosa y no como coartada para promocionar una filosofía o modo de vida veganos. En efecto, a menudo se señala que el consumo de carne actual bien puede ser excesivo y dañino para la salud y el medio ambiente, pero para sostener esas razonables ideas no hace falta manipular tan descaradamente al público. Tampoco es riguroso hablar de conspiración, que no deja de ser un burdo reclamo para vender un documental; es cierto que existe cierta hipocresía entre las organizaciones ecologistas, pero los datos que se usan en “Cowspiracy” son de dominio público y lo eran antes de que se grabase el documental, accesibles para cualquiera con internet, no documentos top secret que aguerridos ecologistas hayan logrado destapar. En fin, qué banalizado está el término “conspiración”, que lo mismo vale para un roto que para un descosido.

Coma usted carne o deje de comerla, pero que no sea este documental lo que le convenza de ello.
ThrashJazzAssassin
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