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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
4
Intriga. Drama Dave Garland (Clint Eastwood), un popular locutor de radio de California, recibe en su programa frecuentes llamadas de una misteriosa mujer que siempre solicita la misma canción. Un día en un pub una mujer, Evelyn (Jessica Walter), seduce a Dave, y ambos acaban en el apartamento de ella con la idea de que será una aventura de una noche. (FILMAFFINITY)
19 de agosto de 2020
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pobre mujer. Normal que se volviera (más bien que la volvieran, la arpía rubia y el pasmarote Eastwood) loca. Era feliz con Clint y se tuvo que meter en medio la mosquita muerta, las más peligrosas, de ojos azules tan gélidos y pérfidos, para así destruir el amor más puro que hubo, la relación más apasionada y feliz jamás, con alevosía y mucha premeditación, además de ominosa nocturnidad. Estaba sana y cuerda, lúcida y plena, hasta que llegó esa mala pécora, dibujante pésima, desde el infausto Sausalito, para envenenar la alegría que les invadía a ellos, todo el día comiendo y jodiendo, como si no hubiera mañana y el mundo entero fuera solo su carnal recreo. Fue la rubia la que, después de haberle abandonado a él, qué vergüenza retrospectiva que me das, volvió para intentar recuperarlo, tras oler en la distancia que él era dichoso como un sol con la enemiga, ya que temió perderlo definitivamente, la perra del infierno del hortelano, ni para mi lo quiero ni a ella se lo dejo, sadomasoquismo y mucho cuento, muerta de hambre que tiene que alquilar a cualquiera la casa miserablemente para ir tirando, todo por semejante hombre, de la peor de las maneras, y, claro, la morena no lo pudo soportar ni un minuto más, tanta injusticia y arbitrariedad, esa escandalosa afrenta, y perdió un poco la cabeza, tampoco tanto, no exageremos ni nos pongamos dramáticos, que solo fueron un par de cuchillazos al viento y unas tijeras más puestas, inofensivos y amables utensilios domésticos, como Ofelia, como le hubiera pasado a cualquiera con un mínimo de sensibilidad y decoro, criterio moral y dignidad humana. Evelyn, además, hasta ese malhadado día en que apareció la otra, la traidora y bellaca, era perfecta, Annabel era una diosa como pocas; folladora generosa y siempre dispuesta, bravo, cocinera a toda hora, ay que me la como, regaladora, como debe de ser, adoradora, regalona, disfrutona, con dinero que le sobra, casa para ella sola, tiempo para dar y despilfarrar, seguro que heredera de una gran fortuna en la sombra de algún mafioso de los años treinta retirado de tanta sangre esparcida y negocio nefando, resumiendo, el sueño duro de cualquier hombre mínimamente cabal o con dos dedos de frente, mi reino por una mujer así, a dónde hay que ir, que me la traigan los reyes en el próximo invierno, me la pido desde este mismo momento, que nadie me detenga que escribo ya la carta mientras me solazo con un cargado copazo.
La película es mala, debo decirlo, es por prurito, por la historia, que es una juerga, puro derribo, convencional, absurda, disparatada, chusca, descerebrada, vulgar, enmarranada, todo eso y algo más.
Donde tiene su cierta o bastante gracia es en sus alrededores, numerosos, repletos, las pullas del colega negro tan sandunguero, el policía melómano tan majo, la criada cachonda la cabrona, el festival de Jazz de Monterrey, no viene a cuento ese pequeño rato, pero es estupendo y barato, Roberta Flack rompiéndonos el corazón con su maravillosa canción, Adán y Eva en plena cascada copulando sin freno, como si fuera el primer día de la creación y nada fuera imposible, las bodas de Cadmo y Harmonía, seguro, qué lírico que me pongo cuando se ayuntan y embarazan la naturaleza y el humano desahogo, qué sé yo, Carmel, viva su alcalde de pelo largo y, por cierto, otra vez aquí con su legendaria aura, cría mala fama, de semental compulsivo y promiscuo seguido por un séquito de mujeres al retortero, como insectos tras la luz, ansiosas siempre de catar sus frondosas carnes y absorber a ser posible, por favor, sus todos humores vitales, y las costas californianas, sus mares encrespados y sus frondosos bosques, el inicio mirado desde un helicóptero, algún plano bueno, el de él, por ejemplo, en la oscuridad espantado, acogotado al sentirse atrapado en inefable cárcel de amor, incapaz de apreciar su real valor, el marinero varado en tierra de conversación picarona, el camarero que parece director de cine bueno, los filetones hermosos que ella mete en la amada nevera, los zapatos blancos son un impacto, Poe siempre atormentado y las ganas eternas de coger el coche descapotable para partir en dos la noche, oye.
Toda la parte final no tiene perdón de Dios.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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