Hardcore, un mundo oculto. Taxi Driver.
Esta película se resume en la frase famosa tú no sabes con quién estás hablando, majo, hermoso, con el señor de las moscas, la caraba, el hijo de satanás y yo más, la última cocacola, la hostia puta, me coso yo mismo los balazos, por todo lo alto, ten (mucho) cuidado, soy Rambo, Acorralado, una bestia humana, un superhombre, me doy miedo, no tengo sombra, estoy to loco, a todo trapo, nada vegetariano, me abro paso, horado, zapo, cavo, penetro, rompo, parto, todo me lo como.
Repite una fórmula de manera muy plana, cadavérica, adocenada, sin alma, perezosa, sin gana, distanciada, fría, solo hay un par de momentos en los que intenta asomar un cierto toque de distinción, alzar un poco el vuelo (con Cusack y los escoceses como putas cabras o con el tipo que le recuerda espantado en el bar de veinte años atrás), pero en general es triste y penosa, subatómica, gris, sumurmuja, ¿supersubmarina?, y especialmente lamentable o hasta de vergüenza propia y ajena en la aparición final de Bruce Willis, grita.