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Voto de Ferdydurke:
4
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4.383
Romance
Carlos (Noriega) es un guionista cinematográfico que se siente frustrado profesionalmente. Con 30 años, Irene (Jenner) no tiene claro qué hacer con su vida. Sobre ellos aún planean las sombras de sus antiguas relaciones: María (Salamanca) y Jorge (Gabino Diego). Cuando Irene se encuentra con Carlos en una librería-café, aunque no lo conoce, se acerca a él y le propone un juego: convertir sus anodinas vidas en una aventura. Irene es una ... [+]
14 de febrero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amo tu cama rica o Los mejores años de nuestra vida. Deseando amar. (500) días juntos. Ruby Sparks. Hasta incluso podría, tirando la casa por la ventana, ser Un banco en el parque y, ya si nos volvemos locos o somos muy generosos y nos echamos a perder, Más extraño que la ficción, pero no, es conservadora, pacata, está muy estructurada, empaquetada, metida de lleno dentro de un gran tópico, ahogada por las convenciones, los personajes secundarios son horrorosos, no nos sirven para nada, la trama entera es una bobada, fue una pena porque tenía o tuvo varios elementos apreciables o interesantes, la escritura impúdica que desnuda sus filias (más) y fobias (pocas), que no se avergüenza de ser pedante, ridícula, relamida o retruécana, la búsqueda de los juegos de palabras y sus efectos más o menos poéticos (rimas algo forzadas o conceptuales) o transgresores (muy blandos y hasta penosos), las referencias o alusiones, esa casi inocencia peliculera, el intento primero de ser medio original, hasta que aparece, maldita sea la hora, el elemento, el otro a la distancia, los planos bonitos, vamos, maño, el esfuerzo titánico, yo los aplaudo, de los dos por resultar naturales a pesar de recitar unos diálogos tan artificiales y, en general, la sensación de bondad, grandes personas las que la hicieron, huele a eso, más o menos, el universo naíf, el clasicismo juvenil, esa verbosidad transparente, hay que tener los huevos muy gordos, así de grandes para citar a estas alturas a Bukowski sin caérsete los palos del sombrajo, La máquina de follar nada menos, estamos locos, un cincuentón, el director escritor, y un cuarentón, el protagonista, esas ínfulas o enormidades tan poco escondidas o disimuladas. Vale.
Es una nada rebuscada que da vueltas sobre sí misma para llegar al único sitio posible y tan previsto, y menos mal, peor todavía hubiera sido una final sin potosí, ya no. Ellos son las víctimas, como en la de Wong Kar-Wai y alguna más, tema repetido, que por el camino, a la fuerza ahorcan, se entretienen y enamoran, dos por uno, no les valoraron como se merecían y ahora sus ex se arrepienten, el amor es un mercado persa, lo que tú vales depende de la oferta y la demanda que despiertes, si a alguien que no está nada mal, mucho le interesas o gustas, no debes ser tan mierda, tu precio aumenta, así funciona la cosa o bolsa, fluctúa, según Lamata, el de Isi/Disi: Alto voltaje, la secuela o parte contratante de esa obra maestra de Chema de la Peña por Miriam Díaz Aroca, los otros dos son los malos y el quinto en discordia es el personaje raro, el que arriesga, el Pepito Grillo, el diablillo, el amigo invisible Harvey (lo de Lerda y Mema da grima, dos tontas muy tontas, también sobra), una pareja de (poca) tesis.
Hubiera sido todo mejor si se hubieran dejado llevar más, si hubieran prescindido de la mujer/esposa pedorra y del escritor de éxito Gabino Diego, muy mal, que nos importan un huevo, si hubieran llevado la apuesta hasta el extremo, hasta el final, que en ningún momento hubieran hablado de su vida, esa infinita vulgaridad u ordinariez, de sus nombres o profesiones o amores, nada de eso, vade retro, de la ridícula y banal biografía tan intercambiable y aburrida y anodina, mejor mantener el secreto/misterio, como le decía con gran criterio certero Brando a Schneider en El último tango en París, que se amaran o amasen sin necesidad de caer en tristes tediosos lugares comunes interrogatorios, que fueran amantes de verdad, como los de Louise Malle, los primeros, como Adán y Eva, que inventaran/descubrieran el amor virginal y a ver qué cojones pasa, sin fórmula, desde dentro, que hablaran dos horas, o muchas más, seguidas, sin parar para apenas respirar, a tumba abierta y a ver quién es el guapo que en pie aguanta, más como Rohmer o Eustache y no como ese indie baboso norteamericano que gusta tanto, algo así, por qué no, bueno, da igual, a esa también la criticaríamos y encontraríamos numerosos fallos y traiciones al sentido de la vida, para eso estamos al fin y al cabo, para criticar.
Es una nada rebuscada que da vueltas sobre sí misma para llegar al único sitio posible y tan previsto, y menos mal, peor todavía hubiera sido una final sin potosí, ya no. Ellos son las víctimas, como en la de Wong Kar-Wai y alguna más, tema repetido, que por el camino, a la fuerza ahorcan, se entretienen y enamoran, dos por uno, no les valoraron como se merecían y ahora sus ex se arrepienten, el amor es un mercado persa, lo que tú vales depende de la oferta y la demanda que despiertes, si a alguien que no está nada mal, mucho le interesas o gustas, no debes ser tan mierda, tu precio aumenta, así funciona la cosa o bolsa, fluctúa, según Lamata, el de Isi/Disi: Alto voltaje, la secuela o parte contratante de esa obra maestra de Chema de la Peña por Miriam Díaz Aroca, los otros dos son los malos y el quinto en discordia es el personaje raro, el que arriesga, el Pepito Grillo, el diablillo, el amigo invisible Harvey (lo de Lerda y Mema da grima, dos tontas muy tontas, también sobra), una pareja de (poca) tesis.
Hubiera sido todo mejor si se hubieran dejado llevar más, si hubieran prescindido de la mujer/esposa pedorra y del escritor de éxito Gabino Diego, muy mal, que nos importan un huevo, si hubieran llevado la apuesta hasta el extremo, hasta el final, que en ningún momento hubieran hablado de su vida, esa infinita vulgaridad u ordinariez, de sus nombres o profesiones o amores, nada de eso, vade retro, de la ridícula y banal biografía tan intercambiable y aburrida y anodina, mejor mantener el secreto/misterio, como le decía con gran criterio certero Brando a Schneider en El último tango en París, que se amaran o amasen sin necesidad de caer en tristes tediosos lugares comunes interrogatorios, que fueran amantes de verdad, como los de Louise Malle, los primeros, como Adán y Eva, que inventaran/descubrieran el amor virginal y a ver qué cojones pasa, sin fórmula, desde dentro, que hablaran dos horas, o muchas más, seguidas, sin parar para apenas respirar, a tumba abierta y a ver quién es el guapo que en pie aguanta, más como Rohmer o Eustache y no como ese indie baboso norteamericano que gusta tanto, algo así, por qué no, bueno, da igual, a esa también la criticaríamos y encontraríamos numerosos fallos y traiciones al sentido de la vida, para eso estamos al fin y al cabo, para criticar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Lo mejor, como casi siempre en estos casos pintiparados que nos ofrece/regala la TVE, fue el coloquio posterior con la aparición estelar y totémica, me quito, lo arrojo al tendido, el sombrero que no tengo, de la imprescindible figura de la comisaria política siempre de guardia, la moral en su sitio, con la Iglesia hemos topado, la monja aka científica (tiene un laboratorio del amor para más señas; conoce al dedillo todos los ingredientes o elementos químicos de ese hecho o sustancia incluso mejor si cabe que las brujas que quemaban en la hoguera, dies irae, con todos sus potingues) o experta a este sabroso respecto, la que nos dice cómo hay que interpretar correctamente la película y que hay que hacer (los pasos a seguir) para amar adecuadamente de ahora en adelante ya que toda la cultura anterior o previa al nacimiento, el de la genia, el de la susodicha, insondable sabia, o poco después no nos sirve ya, esos siglos o milenios de horrible tradición filosófico literario artística hetero patriarcal capitalista hay que tirarlos a la basura de una puta vez por todas, huelen a viejo, a caspa, a cerrado, apestan a naftalina, ese olor de los que nunca se duchan, estaban, todos, completamente equivocados en/sobre todo, tabula rasa, empezamos desde cero/nuevo, eran además malos, opresores, por lo que hay que, por el contrario, escucharla a ella con los chacras/ojos/poros bien abiertos, tomar notas con la máxima atención ya que ella tiene o posee la verdad, es la luz y el camino, nos guía en el desfiladero, su ausencia es ominosa, nos deja sin respuestas, con la boca abierta, perdidos, buscando sitio, haciendo bulto, de hecho, estamos a sus expensas, a salvo gracias a ella y, por lo tanto, lo veo venir, a nada, os traigo ahora yo esta buena nueva, casi que lo tocamos con las yemas de los dedos, ay, qué emoción y salero, cuánto nervio, qué gran momento, se nos viene encima, el día en el que el gobierno de turno, este o el que venga con hambre atrasada poco más adelante que no lo impida de ninguna de las maneras, nos mande una portadora de conocimiento de este gran jaez o catadura que ahora comento a nuestra propia casa con todos los gastos pagados, completamente gratis, lo hacen, esto también, por y para ti, por nuestro bien, revolución cultural mediante, una experta del amor en tu hogar para que allí, in situ, a pie de obra, como los misioneros cristianos hacían o hicieron por amor al arte (y a Dios) con los bárbaros que los españoles íbamos, por ahí, a lo que salga, conquistando, desfaciendo entuertos, nos eduque/enseñe a amar por fin debidamente, sobre todo a las mujeres que no se enteran de la misa la media las pobres y que todavía se creen los cuentos de la Cenicienta y Blancanieves, ay, qué triste, qué candorosas o inocentes, y hasta es muy probable, bonus track, todo se andará, que se acabe metiendo en nuestra/vuestra cama al pasar de los días, la confianza que da asco, para allí dirigir con mano de hierro y el corazón en un puño nuestros movimientos corporales amatorios o de, sí, por favor, cómo meter (o no, libre elección) el rabo donde sea o quepa o cómo tocarnos (o no, cada uno verá) el potorro si (se da) acaso, del modo más ético, justo y proporcionado, con el certificado de buen comportamiento entre las manos, reluciendo, directos al cielo, en esas estamos, a punto de alcanzar la plena felicidad universal y sin casi darnos cuenta de ello ni agradecerlo como dios manda, eso.
Viva la vida manque pierda.
Viva la vida manque pierda.