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Voto de Ferdydurke:
6
8,1
121.526
Drama
Para sobrellevar el insomnio crónico que sufre desde su regreso de Vietnam, Travis Bickle (Robert De Niro) trabaja como taxista nocturno en Nueva York. Es un hombre insociable que apenas tiene contacto con los demás, se pasa los días en el cine y vive prendado de Betsy (Cybill Shepherd), una atractiva rubia que trabaja como voluntaria en una campaña política. Pero lo que realmente obsesiona a Travis es comprobar cómo la violencia, la ... [+]
30 de julio de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zascandileando. Apatrullando la ciudad.
La primera parte me parece asombrosa, casi perfecta, sentido del humor, absurdo, inocencia, extrañeza, K en Nueva York, Quijote ezquizoide paranoico, los diálogos, los actores, las localizaciones, tantos aciertos, todo casa, y estalla de negra belleza, inteligencia, penetración, agudeza, un fresco expresionista, una pesadilla a la orden del día, una locura, un poema.
La segunda mucho menos. Cuando se vuelve samurái ya no me lo creo o mucho menos me interesa, mejor como simple pícaro de medio pelo con delirios de grandeza que se imagina/cree la polla un caballero andante un capitoste un justiciero, muy importante, pero que en verdad no es más que un cagado que anda trapicheando trampeando, agachando la cabeza, que traga, solo especula, nunca ejecuta, nada, un mierda, un menda, esa apuesta hubiera sido más hermosa, de mayor complejidad y grandeza, que fuera solo un pringado de cuerpo entero que barrunta, sin ese aspecto o deriva kamikaze que no me place, realmente contradictorio como decía ella; ni el encuentro con Jodie, quita condenada, es demasiado puro casto e iluminado, lo tiene claro, hubiera sido más rico dotar a esa escena de mayor ambigüedad, duda, miedo, deseo, algo, no tan plano; ni el de Jodie con Keitel, excesivamente obvio el manejo de él a la pobre chiquilla, y, sobre todo, no, el delirante e inverosímil tramo final con el chapucero duelo* a tiro limpio y qué decir de los últimos reconocimientos.
Esa coda es tan increíble que solo cabe pensar en el sueño de un moribundo agonizante, vegetal, su coma inducido drogado, de acuerdo, hasta más si tiramos de la manta, ya que toda la película entera podría entenderse perfectamente como la ensoñación rememoración a las puertas de la muerte o incluso postmortem, de hecho le llaman matador antes de verdad serlo y el mismo comienzo con ese coche salido del infierno o todo el clima de la película enloquecido alucinado, enfermizo, disparate constante, la negación de la realidad tal cual convencional, así lo indicaría o hacia allí tiende o apunta irremisiblemente si te pones a ello, la fe del carbonero, da lugar, en la mente torturada de un majadero de cuidado (con ínfulas de desgarramantas), estamos, cómo ser Robert De Niro.
La primera parte me parece asombrosa, casi perfecta, sentido del humor, absurdo, inocencia, extrañeza, K en Nueva York, Quijote ezquizoide paranoico, los diálogos, los actores, las localizaciones, tantos aciertos, todo casa, y estalla de negra belleza, inteligencia, penetración, agudeza, un fresco expresionista, una pesadilla a la orden del día, una locura, un poema.
La segunda mucho menos. Cuando se vuelve samurái ya no me lo creo o mucho menos me interesa, mejor como simple pícaro de medio pelo con delirios de grandeza que se imagina/cree la polla un caballero andante un capitoste un justiciero, muy importante, pero que en verdad no es más que un cagado que anda trapicheando trampeando, agachando la cabeza, que traga, solo especula, nunca ejecuta, nada, un mierda, un menda, esa apuesta hubiera sido más hermosa, de mayor complejidad y grandeza, que fuera solo un pringado de cuerpo entero que barrunta, sin ese aspecto o deriva kamikaze que no me place, realmente contradictorio como decía ella; ni el encuentro con Jodie, quita condenada, es demasiado puro casto e iluminado, lo tiene claro, hubiera sido más rico dotar a esa escena de mayor ambigüedad, duda, miedo, deseo, algo, no tan plano; ni el de Jodie con Keitel, excesivamente obvio el manejo de él a la pobre chiquilla, y, sobre todo, no, el delirante e inverosímil tramo final con el chapucero duelo* a tiro limpio y qué decir de los últimos reconocimientos.
Esa coda es tan increíble que solo cabe pensar en el sueño de un moribundo agonizante, vegetal, su coma inducido drogado, de acuerdo, hasta más si tiramos de la manta, ya que toda la película entera podría entenderse perfectamente como la ensoñación rememoración a las puertas de la muerte o incluso postmortem, de hecho le llaman matador antes de verdad serlo y el mismo comienzo con ese coche salido del infierno o todo el clima de la película enloquecido alucinado, enfermizo, disparate constante, la negación de la realidad tal cual convencional, así lo indicaría o hacia allí tiende o apunta irremisiblemente si te pones a ello, la fe del carbonero, da lugar, en la mente torturada de un majadero de cuidado (con ínfulas de desgarramantas), estamos, cómo ser Robert De Niro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
* Le pega un tiro a bocajarro a Keitel y este resucita y reaparece al de nada, enfrente, claro, le pega otro tiro tremebundo al del bigote y este le persigue como un cancerbero diciendo memeces, aparece otro mamarracho por la izquierda que le dispara en el hombro a nuestro héroe en lugar de a la cabeza, por supuesto, y así todo, mostrado de forma impactante bella y poderosa siniestra pero sin la más mínima lógica (violenta).
Ella queda fascinada por el mismo motivo por el que luego se horroriza le desprecia o le echa rechaza, porque está tarado, un lunático, tiene tanta soledad dentro que desconoce los códigos sociales, las reglas del juego, no las entiende o descifra adecuadamente, el pequeño, no tan bueno, salvaje que está fuera de la civilización, por eso lo del porno (casi como metáfora monstruosa de su desconexión y aislamiento), por su comportamiento especial, eso le atrae de él, su graciosa rara seguridad que indica algo diferente y que para ella puede ser bueno (ella aspira a más de lo normal, ese mediocre compañero, porque sabe que lo vale, de ahí su constante mirada irónica juguetona curiosa, conoce de primera mano el deseo que despierta, el éxito que tiene entre el género masculino y lo aprovecha, está a la expectativa, a ver qué se le ofrece, si sube la demanda, qué pasa), o malo, depende.
Valientes mierdas los enanos.
¿Os imaginasteis por un casual alguna vez un negro atracador? Cosas veredes.
La resaca dolorosa bestia de los sesenta, monstruosa, gente que viene de la guerra hecha mierda, jipis pasados de moda y rosca, delincuencia, paro, recesión económica, dejadez institucional, la afrenta de una maña cruenta, tan oscura, rebota.
El maquinista (no duerme). Crimen y castigo. La de DiCaprio (Shutter Island).
Él quiere matar al tal Palantine (todo para el pueblo pero sin el pueblo) porque se siente traicionado/despechado por su Dulcinea Sepherd y lo asocia con ella y, ya de paso, con todos los responsables de que la ciudad sea un estercolero.
De Niro está mejor cuando ríe, ese momento, o cuando escucha y no entiende una mierda de lo que le dicen, en su mundo metido, es un analfabeto, un pasmado, organizamiento, un pobre desgraciado.
Mata al dragón y rescata a la princesa.
La tele, los medios.
Las armas, ese fetiche del pueblo elegido que se ha convertido casi en su tótem, en un objeto sexual, se corren.
El mundo ha cambiado, se han movido las categorías, de todo tipo, sexuales, raciales, morales, políticas, sociales, y él es un reaccionario que quiere restaurar el orden viejo idealizado imaginado, como un niño, que todo permanezca en su sitio, que nada se mueva, lucha contra el tiempo, cronos.
Hardcore, un mundo oculto.
Está hablando por teléfono y la cámara se desliza suavemente hacia la derecha, hacia el pasillo...
Ella queda fascinada por el mismo motivo por el que luego se horroriza le desprecia o le echa rechaza, porque está tarado, un lunático, tiene tanta soledad dentro que desconoce los códigos sociales, las reglas del juego, no las entiende o descifra adecuadamente, el pequeño, no tan bueno, salvaje que está fuera de la civilización, por eso lo del porno (casi como metáfora monstruosa de su desconexión y aislamiento), por su comportamiento especial, eso le atrae de él, su graciosa rara seguridad que indica algo diferente y que para ella puede ser bueno (ella aspira a más de lo normal, ese mediocre compañero, porque sabe que lo vale, de ahí su constante mirada irónica juguetona curiosa, conoce de primera mano el deseo que despierta, el éxito que tiene entre el género masculino y lo aprovecha, está a la expectativa, a ver qué se le ofrece, si sube la demanda, qué pasa), o malo, depende.
Valientes mierdas los enanos.
¿Os imaginasteis por un casual alguna vez un negro atracador? Cosas veredes.
La resaca dolorosa bestia de los sesenta, monstruosa, gente que viene de la guerra hecha mierda, jipis pasados de moda y rosca, delincuencia, paro, recesión económica, dejadez institucional, la afrenta de una maña cruenta, tan oscura, rebota.
El maquinista (no duerme). Crimen y castigo. La de DiCaprio (Shutter Island).
Él quiere matar al tal Palantine (todo para el pueblo pero sin el pueblo) porque se siente traicionado/despechado por su Dulcinea Sepherd y lo asocia con ella y, ya de paso, con todos los responsables de que la ciudad sea un estercolero.
De Niro está mejor cuando ríe, ese momento, o cuando escucha y no entiende una mierda de lo que le dicen, en su mundo metido, es un analfabeto, un pasmado, organizamiento, un pobre desgraciado.
Mata al dragón y rescata a la princesa.
La tele, los medios.
Las armas, ese fetiche del pueblo elegido que se ha convertido casi en su tótem, en un objeto sexual, se corren.
El mundo ha cambiado, se han movido las categorías, de todo tipo, sexuales, raciales, morales, políticas, sociales, y él es un reaccionario que quiere restaurar el orden viejo idealizado imaginado, como un niño, que todo permanezca en su sitio, que nada se mueva, lucha contra el tiempo, cronos.
Hardcore, un mundo oculto.
Está hablando por teléfono y la cámara se desliza suavemente hacia la derecha, hacia el pasillo...